jueves, 30 de julio de 2015

Eludir Los Conflictos


Un antisemita convencido camina por la calle y se cruza con un judío.
-¡Puerco Inmundo! -le grita.
-Josef Goldenberg, mucho gusto -responde, afable, el judío.

Supongamos que una persona nos envía una carta plagada de insultos pero que nosotros acabamos no recibiendo y le es devuelta... Esa persona acabaría recibiendo su propia basura.
Cuando alguien nos agrede, podemos responder con golpes, injurias, mordiscos o llanto, pero también podemos eludirlo y dejar que sus palabras o embestidas nos rocen sin tocarnos, como hace un torero con un toro, que jamás huye del animal que ataca. Lo encara, y esquiva. Nada de cobardía. Pero no se expone de frente. Con elegancia, presenta su muleta al toro y éste pasa a su lado. La agresión es desviada, no la absorbe.

Pero imaginemos que, por no lograr esquivarla, recibimos la bofetada.
¿Debemos presentar la otra mejilla, sin defendernos, tal como recomiendan los evangelios? ¿Es ése el verdadero mensaje de Cristo? Tal consejo, como todo texto sagrado, puede dar origen a distintas interpretaciones. Si una no nos conviene, debemos encontrar otra. Además, si nos repugna ser una víctima «profesional» que, por ganarse un futuro paraíso, solicita más golpes a los aporreadores, podremos decir que la bofetada recibida la merecemos, no por una falta moral sino por una falta de atención.

Alejandro Jodorowsky
Ilustración: Surrah-max

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