viernes, 24 de julio de 2015

Aprender A Escuchar


Un hombre entra en unos urinarios públicos. Comienza a orinar cuando, de repente, a la altura de sus ojos ve una frase corta que dice: «¡Mira un poco más arriba!».
El hombre alza un poco la vista y ve escrito: «¡Mira más arriba aún!».
Echa la cabeza hacia atrás para poder leer: «¡Mira un poco más arriba aún! A la altura del techo»,
El hombre, con la cabeza completamente volcada hacia atrás, lee en el techo: «Idiota, te estás meando los zapatos».

Cuanto más huimos de la realidad hacia lo mental, «la espiritualidad», más nos meamos encima. Cuando las olvidamos, nuestras necesidades primarias se desbordan. Como los cuatro ríos del Edén, que surgen de una fuente común, el ser humano cuenta con cuatro energías que manan desde su centro vital: pensamientos, emociones, deseos y necesidades. Quien desprecia y reprime las tres últimas, y por la ilusión de mostrarse «puro» habita sólo en lo mental, se convierte en una planta sin raíces, en semilla hueca, en sembrador de espejismos. Podemos, volviendo al chiste anterior, interpretar la solicitud de mirar cada vez más arriba, descuidando nuestras actividades materiales, como una equivocada búsqueda de santidad en pos del Dios exterior. Por desconocimiento o desprecio a nosotros mismos, todo lo que concebimos como sublime lo buscamos fuera de nosotros, en lo alto, imitando los ojos de esos santos de la pintura clásica que miran arrobados hacia el cielo como si allí, en el lejano firmamento, residiera, en un trono de oro y joyas, un barbudo Padre eterno... Para vivir la auténtica espiritualidad, desarrollando la fe en nosotros mismos, debemos aprender a escuchar al Dios interior.

Alejandro Jodorowsky 
Imagen: Cristian Robles

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