martes, 28 de julio de 2015

A Veces Tratamos De Ayudar


Dos madres judías charlan:
-Mi hijo es un médico magnífico -afirma la primera. ¡Es absolutamente necesario que vayas a verlo!
-Pero es que yo no tengo nada -responde la otra. ¿Por qué he de ir?
-Es un médico tan bueno que... -explica muy orgullosa la primera- aunque no tengas nada te encontrará algo.

A veces tratamos de ayudar, pero al hacerlo quizá hagamos daño obligando al otro a recibir algo que no nos pidió.
El trabajo de curación exige una delicadeza extrema. No es una ocupación que permita exaltar el Yo personal del que cura, ni pulir su celebridad y renombre. Cuando se quiere sanar a alguien, hay que hacerlo con todo el respeto, intervenir discretamente y jamás obligarlo a recibir nuestro servicio. En cuanto intentamos probar que somos una maravilla como curanderos, causamos un enorme perjuicio.
¡Desconfiemos de las personas que hacen profesión de curar con el objeto de autoafirmarse! Gurdjieff decía: «Son tan perezosos para ayudarse a sí mismos que quieren ayudar a los otros». Desean valer, ser poderosos, y practican con los demás.
Perdemos años de nuestra vida depositando la confianza en personalidades fuertes que se hacen pasar por infalibles. Piensan que lo que creen es la realidad. A veces, casi siempre demasiado tarde, se dan cuenta de que se equivocan.

Alejandro Jodorowsky 
Imagen: Dos mujeres judías by Frank G. Carpenter

No hay comentarios:

Publicar un comentario