domingo, 19 de julio de 2015

Los Problemas De La Genealogía, Después De La Luna De Miel


“Todo hombre cree que los límites de su propio campo de visión, son los límites del mundo. Pero hay algunos que no creen en eso. Únete a ellos”.

Arthur Schopenhauer

Ningún hombre joven, no importa cuán inteligente sea, puede conocer su destino cuando es un niño. Nadie puede elegir su destino y nadie puede huir de él. Como todo hombre deberá aprender a vivir, a sufrir y a adquirir experiencia en el mundo que le toca vivir, para luego, con el tiempo, adquirir su propia concepción del mundo y compartir esa experiencia con su pareja y luego, su familia.

El sueño de los alquimistas era alcanzar la pareja perfecta, el alineamiento armonioso del intelecto, del corazón, de la sexualidad creativa y de la vida material que permite la unión de dos conciencias en un proyecto común. La unión de dos personas no puede eternizarse con el único propósito de vivir en pareja, pues, quedarse como pareja, no es un proyecto viable, ya que acabaran por destruirse.

Una pareja debe tener como vocación, prolongarse en una conciencia común, sea, dando origen a una familia, siendo padres, con la misión común de acompañar el crecimiento de sus hijos, o bien, si la pareja no puede procrear, proyectándose en una obra o tarea común, sea artística, económica, política, práctica o espiritual.

Esta tarea se habrá de convertir en el anclaje de la familia y se da por entendido, que la pareja puede llegar a tener comportamientos neuróticos, ante dicha obra en común, e igual que los antepasados, pueden tenerlos con sus hijos, podrá verse, el nacimiento de la competencia, la auto destrucción, la tendencia a culpar a otros de sus fracasos etc..

El alineamiento armonioso del intelecto, del corazón, de la sexualidad creativa y de la vida material en una pareja, es lo que algunos llaman la pareja alquímica, la pareja ideal, a pesar de todo, marcados como estamos por la repetición de modelos, todos tenemos una cantidad de limitaciones, que no nos permiten imaginar una relación de pareja ideal.

Para cada persona, la visión de la pareja ideal varía, en función de su propia personalidad, de sus necesidades, de sus ideas, de sus deseos y de sus sentimientos. El fracaso como parejas en cualquier árbol genealógico, nos marca individualmente y a su vez, marca a la sociedad en su conjunto.

En muchos árboles genealógicos, la relación de pareja, es más un sinónimo de sufrimiento, de conflicto, o de separación, que de realización y en el momento de formar pareja con un compañero para toda nuestra vida, nos vemos asaltados por estas representaciones negativas, adquiridas en la infancia, o, en los comportamientos de nuestros ancestros.

En términos generales, la relación de pareja de nuestros padres, es la que mejor conocemos. Para comprender mejor a nuestros abuelos y bisabuelos, es reconocer que uno escoge a su cónyuge, según una dinámica de repetición, oposición y compensación, con respeto a la pareja conyugal.

Esto significa por ejemplo, que el suegro elegido, será el marido ideal de su madre y su suegra elegida, la mujer ideal de su propio padre, o, que la abuela materna, habría deseado no tener hijos para poder viajar y descubrir el mundo.

Sin embargo, el abuelo paterno, que no tenía el menor instinto paternal, se sentía agobiado por las demandas de su esposa, porque ella deseaba tener muchos hijos, su obsesión era marcharse a la montaña y evadirse con la lectura. Una vez descubiertas estas complementariedades entre los abuelos, podemos remontarnos hasta los bisabuelos de los que se saben pocas cosas.

De repetición en repetición, las trampas, que nos tiende el árbol genealógico, nos llevan a reproducir los sufrimientos de la infancia. Estas repeticiones pueden ser del orden de la duplicación, por ejemplo, una niña marcada por la ausencia de su padre, pasa toda su vida enamorándose de hombres ausentes.

El hijo de una madre fría e indiferente se empareja con mujeres incapaces de amar. Una joven con un padre brillante empresario y guapo, se casa con un hombre opuesto a su padre, de otra raza, analfabeto y jardinero. Por último, la hija de un padre con minusvalía física, se casa con un gran deportista, convertido en kinesioterapeuta. El hijo de una madre amante de su trabajo y absorbida por él, casi siempre ausente, se une a una mujer cuya mayor ambición es la de ser madre y sentarse al lado de la chimenea.

En base a este proceso de ensamblaje, con frecuencia la pareja parece haber encontrado en el momento del encuentro, una solución milagrosa para todos sus problemas. Esta fase se suele llamar “luna de miel “y  se idealiza al otro y se le convierte inconscientemente en nuestro salvador o  nuestra alma gemela.

Una cantidad de procesos biológicos con modificaciones hormonales y alteraciones de la química cerebral acaba por unirlos. Pero una vez disipada la euforia, el árbol genealógico y la convivencia  no tarda en llamarlos al orden, pues, el nuevo hogar se convertirá en el lugar apto para la reproducción de los conflictos no resueltos, entonces asistiremos a las disputas continuas entre los egos intelectual, emocional, sexual y material.

En el momento de la ostentación amorosa, cada uno de ellos ha aceptado interpretar el rol con que el otro le había revestido, para mostrarse mutuamente deseables. Pero llegado el momento, las diferencias explotan e incapaces de soportarlas, ambas partes entran en conflictos. ¿Qué paso?; pues cada uno de ellos deseaba encontrar en el otro, el complemento de lo que personalmente le faltaba.

Por ejemplo un hombre con una tendencia intelectual y una sexualidad vigorosa, pero, incapaz de expresar sus emociones que además no sabe desenvolverse en la vida cotidiana. Ella es capaz de organizar la vida cotidiana del hogar y expresar sus sentimientos, pero esta sexualmente bloqueada y tiene un desarrollo intelectual precario.

Uniendo los dos egos (intelectual y sexual en el caso de él, material  y emocional, en el caso de ella ), ambos se complementan, pero sus complejos respectivos entran en colisión, el se siente inferior, material y emocionalmente, ella sexual e intelectualmente. Es entonces cuando emergen los conflictos, cuando uno de ellos se ve obligado a complementar cualquier cosa del otro, mientras el otro espera que le complemente a su vez.

De este modo se hace imposible alcanzar la satisfacción, entonces, la pareja ha caído en la trampa de una situación similar a su infancia, o sea, habiendo espacio para los dos, la rivalidad puede convertirse en peleas tan feroces como las que enfrentaban a un hermano o a una hermana.

Aprender, es un proceso que se consigue con una reflexión constante y ante los cambios que está sucediendo en el mundo, tenemos que cambiar nuestra manera de pensar, requerimos de una evolución mental, aprender que la felicidad es lo que eres y no, lo que otros quieran que seas. De modo que solo necesitas saber que:

¡Cuando logras el silencio mental dentro de ti, es posible que puedas escucharte y al otro!

Walter Sheen Cuba
Imagen: L’Irréparable, 1898 by Félix Vallotton

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