domingo, 26 de abril de 2015

El Mago


Transgredir los rituales de la mente, sumergirme en los laberintos del sueño, invocar en esos cruces sombríos el advenimiento de un relámpago infinito, ascender hacia la diosa que se oculta tras un velo de soles, surgir del vacío esgrimiendo el aura esplendorosa de mi primer gesto.

¿Si perdido en la selva de los valores falsos no me encuentro a mí mismo, qué puedo ser? ¿Si atrapado en el puerto interior no tomo la ruta del infinito, hacia dónde voy? ¿Si prisionero del ilusivo tiempo no me disuelvo en un eterno, dónde estoy?

Forma que clama por ser alma, espada templada en la sangre de un arcángel, retiro cada rostro de sus máscaras, separo el fango de la hoguera, doy un destino a sus pájaros de fuego, subo de la almendra al cielo, desintegro los límites de la ambición, navego hacia la inaccesible meta para obtener el conocimiento de mí mismo que no es otro que el desconocimiento del mundo.

Impalpable flecha que siempre fue centro del blanco, punto de unión de todas las naturalezas dobles, capullo triste que se abre en rosa de oro, dos alas blancas donde se ignora el vuelo soy el que vive pero no el que es.

Parto a parto, muerte a muerte, ojo único del enjambre de dioses, disuelvo y coagulo mi cardumen de fantasmas: «Nómbranos, identifícanos, sepáranos, concédenos el diploma de ilusión concreta. Tú eres el mago, en tu saco fecundo mora la unidad que sin cesar nos multiplica para inducirnos a formar un calabozo que es la exacta copia de tu rostro».

Aquí, en el final de todos los senderos, donde hasta las piedras mienten, de pie sobre el olvido, ojo que incendia cuanto ve, exhibo aquello que no soy, objetos del engaño, puñales de madera, dados, cubiletes, víboras que muerden inyectando miel, miserables herramientas para fabricar el milagro, desconsolado intento de violar las puertas del cielo mediante el uso de una indigna imitación.

Como navíos fantasmas habitados por un silencio de sombras, cimitarras negras perforando la luna de arrogantes culturas, hundiendo pirámides, encegueciendo esfinges, decapitando reyes, así mis palabras, fragmentos del fruto invisible, transmiten la dolorosa ausencia del plano indiferente que la esperanza declara superior.

¡Rostro invisible que se busca en los espejos, grávida corona que enaltece a la ignorancia, eco melancólico de un idioma extraviado, fondo de un abismo que sólo es superficie, última piedra del templo que nadie exalta, roca que aspira a la perfección del aire, aire que aspira al silencio del pez, quiero que en la piel blindada de la tierra penetren las raíces que imagina mi pasión!

¡Quiero enlazarme a este mundo fugaz girando alrededor de un corazón de acero! ¡Quiero recibir el significado que otorga a los hombres sin memoria el amo de las cavernas del sueño! ¡Quiero ser el jubiloso tambor que convierte en ritmo los impensables golpes de la vida!

Para llegar ahí donde los objetos nada más son apariencia, para dar sentido a ese rencor que me desvía del gran círculo, para que el sol eclipsado en mis tinieblas brille en una nueva forma, para que yo y el Creador estemos igualmente envueltos en el acto de llegar a ser, proceso que nos trasciende a ambos porque aporta a la realidad presente la luminosa conciencia que se esconde en el futuro.

¿Pero dónde, en qué rincón de mi carne alumbran las diez luces de la divina emanación? ¿Cuándo no habrá más diferencia entre el sonido de mi nombre y la Corona Suprema? ¿Cuándo mi conciencia reducida a un punto detendrá el lujo incesante del averno? ¿Cuándo mi alma perderá el miedo a perder para entonces poder darse? ¿Seré yo un día el pan y el vino que alimente a quienes tienen hambre y sed de justicia?

¿Seré yo quien lance el grito que ha de encender un mar de soles? ¿Seré yo la mariposa que libará el néctar de la flor con pétalos de fuego? ¿Seré yo la boca en llamas por donde en lugar de palabras surgen fieras? ¿Seré yo el agua pura que mana de la herida de los corazones santos? ¿Demoleré mi imagen para renacer al cabo de tres días convertido en luz? ¿Podré ver en las tinieblas de la mente a ese implacable Dios que en mí se ve? ¿Haré del peso, la forma, la textura, el aroma, el sabor y el sonido una sola armonía?

Éste es el cuerpo eterno y sin límites que te ha sido prometido. Si tú no eres, no hay otro. Si el otro es tú, ya no es él. Si tú eres el otro, estás solo. Si no estás con el otro, te destruyes. Si el otro no está contigo, a su vez se destruye. Si ambos están juntos, cada uno es Yo.

Soy tres veces verdadero: la semilla del comienzo es mi deseo, por mi deseo el árbol de la vida crece y el fruto final se esfuma porque así lo deseo.

Alejandro Jodorowsky
Arcano I El Mago
Yo, El Tarot

Imagen: El mago
Técnica mixta sobre papel, 65x102cm-2011
Painted by: Pascale Montandon-Jodorowsky & Alejandro Jodorowsky
Artículo tomado del blog de Lina Muses 

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