sábado, 11 de abril de 2015

De Emperadores, Dioses Y Abejas (Episodio #1)

Diálogo vía Twitter 
Preguntan a Alejandro Jodorowsky en Twitter:
-@Mark_pop: Maestro, siempre me siguen mucho las abejas, ¿hay alguna razón en especial para esto?
Respuesta: No sé por qué. Pero sé que lo mismo le pasaba a Napoleón: cuando llegaba a Córcega todas las abejas de la isla venían a recibirlo.
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Abejas imperiales. El símbolo de la etapa Napoleónica:

En Córcega hay una leyenda según la cual, en el momento del nacimiento del emperador Napoleón Iº, un enjambre de abejas se arremolinó alrededor de la ventana de la habitación. La reina entró y revoloteó un momento sobre el futuro emperador. Este acto, se entendió como una señal de predestinación de que el recién nacido dirigiría una nación.

Cuando se decidió el nombramiento de Napoleón como emperador, se constituyó una comisión para elegir el emblema imperial: una opción era el gallo, pero finalmente acabaron inclinándose por el águila unicéfala.

Napoleón por su parte, reclamó un símbolo personal; “algo con arraigo en el pasado” que no tuviera ninguna relación con los reyes Borbones y que pudiera identificarlo con la monarquía francesa que reinó en Francia desde 987, y con la cultura greco-romana. Él en persona eligió la abeja.

En la sala del trono de las Tullerías, había abejas en la alfombra, en las tapicerías y en los muebles.

Cuando fue deportado a la isla de Elba (región de la Toscana italiana), con el título de Emperador y soberano de la isla, diseñó una bandera con una diagonal roja sobre fondo de plata, agregándole tres abejas doradas.

El día de la investidura como Emperador, Napoleón vestía sobre sus hombros una capa púrpura revestida con armiño ruso y abejas de oro.

Los objetos de uso personal estaban igualmente adornados o decorados con abejas.


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Zeus y las Abejas:

Envidiosas las abejas a causa de la miel que les arrebataban los hombres, fueron en busca de Zeus y le suplicaron que les diera fuerza bastante para matar con las punzadas de su aguijón a los que se acercaran a sus panales.

Zeus, indignado al verlas envidiosas, las condenó a perder su dardo cuantas veces hirieran a alguno y a morir ellas mismas después.

La envidia no es buena consejera, más bien nos puede llevar a perder lo que ya poseemos.

Imagen: Detalle de abejas. Coronación de Napoleón y Josefina. Rijks Museum.


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