El secreto es como un animalillo inmortal que se pretende ocultar en una generación, pero que en las siguientes reaparecerá ingeniosamente disfrazado.
Por vergüenza, por protección a los hijos o por diferentes miedos, hay hechos y circunstancias que las familias pretenden que no salgan a la luz. Estos secretos forman una estructura que se deslizará de diferentes maneras sobre las generaciones siguientes.
Los más comunes se refieren a enfermedades mentales, asesinatos, suicidios, violaciones, homosexualidad, incesto, prostitución, exilios, cárcel... Frecuentemente se manifiestan en los descendientes por medio de accidentes, fobias, repeticiones, psicosis, autismo, enfermedades congénitas que afectan a los órganos de los sentidos, quistes... Por ejemplo, una niña pierde la virginidad por accidente (una escopeta de juguete se le clava en el himen) en la misma fecha que su bisabuela fue violada, hecho que se mantuvo en secreto generación tras generación.
La realización personal de cada miembro del árbol y vivir en la autenticidad, tiene un gran valor profiláctico para la salud de nuevos frutos que estén por nacer.
“Muchos de nuestros antepasados hubieran querido vivir una vida completamente distinta a la que vivieron. El árbol conserva en su memoria deseos insatisfechos, deseos de realización personal que siguen siendo secretos. Y esos deseos secretos son como bombas de efecto retardado en el inconsciente familiar”.
John Bradsahw dice que casi siempre sabemos más acerca de nuestros padres de lo que nos permitimos saber. Propone ejercicios para permitir que emerjan a la conciencia dichos conocimientos. Por ejemplo:
“Haga un dibujo de la primera casa en la que usted recuerde haber vivido con su padre. Dibuje un plano con todas las habitaciones tal y como usted las recuerde. Visualice todos los detalles de cada habitación. Seguidamente, localice el lugar que su padre solía ocupar. Imagínese que usted entra en esa habitación y que ve a su padre escondiendo algo. Pregúntele lo que está escondiendo. Entonces, vea cómo él le enseña algo que es la explicación de su secreto”.
En psicogenealogía, se considera que los secretos guardados en una generación son un manantial insano de traumas y conflictos para las sucesivas generaciones. Sabemos además el poder de la comunicación no verbal, si alguien delante de ti se calla una información importante, se delatará tarde o temprano con algún gesto inconsciente. Los secretos hay que airearlos si son del presente o sanarlos con la psicomagia si son del pasado. Lo importante es hacerlo de la manera adecuada y en el momento más oportuno. Alejandro Jodorowsky: la enfermedad no es la solución del problema, sino una invitación a enfrentar un conflicto familiar que se ha mantenido secreto.
Françoise Dolo: “Lo que es callado en la primera generación, la segunda lo lleva en el cuerpo”.
Anne Ancelin Schützenberger: “Los duelos no hechos, las lágrimas no derramadas, los secretos de familia, las identificaciones inconscientes y “lealtades familiares invisibles” pasean sobre los hijos y los descendientes. Lo que no se expresa por palabras se expresa por dolores”.
Freud: “Aquel cuyos labios callan, conversa con la punta de los dedos. Se traiciona por todos los poros”.
Claudine Vegh: “Vale más saber una verdad, aun cuando sea difícil, vergonzosa o trágica, que ocultarla, porque aquello que se calla, es subordinado o adivinado por los otros y ese secreto, se convierte en un traumatismo más grave a largo plazo”.
Carl Jung lo vio muy claro:
“Los niños están implicados con tal profundidad en la actitud psicológica de sus padres que no es de asombrarse que la mayor parte de los trastornos nerviosos de la niñez pueden ser referidos a una atmósfera psíquicamente perturbada en el hogar”.
Liz Greene, lo ratifica (en “Relaciones humanas”):
“Si el niño, que lleva dentro de sí las imágenes arquetípicas de la madre y del padre simbólicos, en vez de encontrar solicitud y estabilidad, tropieza con una mezcla desordenada e inconsciente de caos, hostilidad, agresión, violencia, destructividad y envidia, será muy comprensible que exhiba rasgos “neuróticos”, que de una u otra forma se perpetuarán en la edad adulta”.
... y Alejandro Jodorowsky le da una solución artística:
“Hay que entender que todos nosotros, desde niños, caemos en una olla psicológica, cuyos jugos nos empapan. Es como la marmita en la que Obélix cayó de niño. Cada familia es una olla psicológica. Con sus secretos, tabúes, silencios, vergüenzas. Y todo eso nos impregna. Al análisis del árbol familiar, de los nudos que se transmiten por él, que se repiten, le llamo psicogenealogía. Si un padre le pone a su hija el nombre de una novia secreta que tuvo... condena a su hija a ser su novia. Desde niños nos impregnan, nos dicen cosas que detienen pulsiones en nosotros, nos anudan ciertas cosas en el inconsciente. Esos nudos pueden derivar luego en enfermedad. Pongamos que estoy a punto de morir de un cáncer. Pues si alcanzas un más alto nivel de conciencia entenderás que eres inmortal. Y, así, morir contento. No hay triunfo mayor. ¡Es toda mi ambición, en eso me empeño! Se consigue siendo uno en el presente. Todo lo que tú eres está aquí y ahora”.
Para salir de la olla, no hay otra que elevar el nivel de consciencia.
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Extraído de “Metagenealogía”, Alejandro Jodorowsky y Marianne Costa.
Texto tomado de: Plano Sin Fin
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