domingo, 20 de abril de 2014

El Espejo

Un gran actor admira a otro gran actor. Sabiéndolo, un espectador le comenta en su camerino cuanto admira al otro gran actor. El gran actor lo corre a patadas.
Hay quién en vez de leer y buscar un sentido elevado, regurgita prejuicios y cae en la trampa de la identificación.
La vuelvo a contar, es la misma historia:
Un maestro admira a otro maestro. Sabiéndolo, un discípulo le comenta en su templo cuanto admira al otro maestro. El maestro lo corre a patadas.
Según el personaje al que te identificas en una y otra versión de la misma historia, entiendes una cosa o la otra. Cuando te identificas a la historia, la entiendes.
Imagen: Takiouttio



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