De mente y cuerpo sano, sexualidad satisfecha y emociones equilibradas, en estrecha colaboración con su pareja, parirán, amamantarán y criarán a sus hijos en perfecto acuerdo con la Naturaleza. Serán conscientes de que el nuevo niño no es una víscera ni un órgano suyo, que ha nacido como una necesidad del universo viniendo a aportar nuevos caminos, siendo un paso más en la evolución que conduce al ser humano hacia la inmortalidad. No les inculcarán caducos modelos del pasado sino que sólo le transmitirán los valores de sus antepasados; se dejarán guiar por el niño, considerándolo su maestro, dándole lo que él indica que necesita y no metas exigidas por la trampa familiar, que podrían anquilosarlo o desviarlo de su ser esencial. Estas madres nunca se erigirán en posesoras únicas del niño, lo compartirán con su pareja y con el mundo. No le dirán «ve por aquí» sino que le mostrarán el mayor número de opciones posibles, dándole la oportunidad de elegir. Sabrán adaptarse a las necesidades del bebé, amamantándolo los meses que sean necesarios, sosteniéndolo con brazos amorosos y arrullándolo con dulzura: esta experiencia permite al niño de pecho sentirse real, ser, lo que le dará pronto la posibilidad de hacer y recibir.
(Si el lector ha padecido alguna de las cuatro primeras madres, puede encontrar alivio en el consejo n.º 79
(*), en «Masaje de nacimiento».)
(*) “Manual de psicomagia. Consejos para sanar tu vida”
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Imagen: begemott
Montaje de Imagen: Manny Jaef
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