martes, 15 de abril de 2014

Reflexiones Sobre El Nudo Sadomasoquista

Cuando nos quedamos atrapados en un nudo sadomasoquista, el mundo que vivimos es su reflejo: sufrimos por esto y sufrimos por lo otro, sufrimos aquí y sufrimos allá, éste nos hace sufrir y el otro también.

“¡Hasta aquí hemos llegado!”. “¡Me harté!”. “¡Basta!”... estas exclamaciones pueden significar que deshago el nudo, comienzo no limitarme el gozar de la vida, regalarme momentos de alegría, libertad de acción para realizar lo que deseo... así, el mundo dejará de ser un lugar insoportable, para ser el reflejo de mi nuevo permiso para ser feliz.

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¿Cuál es tu finalidad hoy? ¿De qué te quejas? ¿Hay personas en tu entorno que te impiden lograr tus objetivos? ¿Culpas a alguien o a algo de tu situación? ¿Sientes que no disfrutas de la vida? ¿Sonríes muy poco? ¿Estás sacrificado/a por alguien o por algo?

  • En un momento dado, la familia, la sociedad, la cultura, te impiden el gozo, te limitan el placer, apagan tu alegría. El nudo sadomasoquista se ha formado.

El autodesmerecimiento es otra manifestación más de este nudo.

  • Cada vez que nos encontramos un obstáculo para sentir la alegría de vivir, estamos frente a un nudo sadomasoquista y hasta el cuerpo es capaz de mostrarlo.

Cargas con cruces heredadas de un árbol que se entregó y quiere que te entregues  al sacrificio.

  • El nudo sadomasoquista puede instalarse en uno o varios egos a la vez. Un ego intelectual afectado por este nudo está cargado de creencias locas que nos impiden la felicidad.

Si creemos que “al mundo hemos venido a sufrir”, “cada uno que lleve la cruz que le ha tocado cargar en la vida” o que “este mundo es un valle de lágrimas”, puede que en el estrato de nuestros bisabuelos haya alguna herida que sanar. Las “ideas locas” las heredamos de los bisabuelos.

  • Un ego emocional sadomasoquista entiende mal la santidad, es abusivo o abusado.

Si sentimos por ejemplo que “quién bien te quiere te hará sufrir” o que “el matrimonio es para siempre”, “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, “para el bien y para el mal, hasta que la muerte nos separe”, habrá que estudiar a fondo las parejas de nuestros abuelos, en ellos está la clave de nuestro mundo emocional.

  • Un ego sadomasoquista libidinal anula el placer sexual y creativo.

Si nos dosificamos el gozar, “más vele pájaro en mano que ciento volando”,o que “después de la risa viene el llanto”, limitamos nuestro potencial creativo, nos prohibimos probar placeres nuevos y explorar la sexualidad con libertad, es muy probable que nuestros padres tuviesen un contrato con contenido de sufrimiento.

  • Un ego material sadomasoquista se posiciona en la carencia y la enfermedad.

Si creemos que “nadie da nada por nada”, que “más vale solo que mal acompañado” o en la vida que compartimos con los hermanos sufrimos de abusos por invasión, por desatención, por falta de afecto, competiciones obsesivas y descalificaciones, más adelante, en la vida adulta, en el mundo se reflejará ese sufrimiento en relación con nuestro cuerpo, con el dinero, la comida y el territorio.

  • Si tengo un nudo sadomasoquista, estaré sanado, ¿cuándo?

Desanudar el sadomasoquismo es seguir de forma fluida por la rama desde donde germinó su semilla.  Vivir la satisfacción y la alegría. Aceptar dolor, sin anclarnos en él, aprender a decir que “no” y situándonos en el dar y el compartir, sin pedir nada a cambio. Así, como dice Marianne costa, viviendo bien la raíz, llegaremos a la universalidad.

Textos tomados de Plano Sin Fin


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Imagen: Toffeur
Montaje de Imagen: Manny Jaef 
@alejodorowsky en Twitter



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