Sueño y vigilia son dos caras de la realidad secretamente unidas. Entender los sueños es un camino para conocernos y para cambiarnos, pero ¿hasta qué punto podemos hacerlo teniendo en cuenta que son regalos que no pedimos?
Sí podemos. Yo he pasado a lo largo de mi vida por distintos procesos con respecto al sueño. Venía de una familia neurótica, estaba angustiado, tenía unos padres que se odiaban y ello me producía pesadillas terribles. Tuve que vencer esas pesadillas enfrentándome a ellas, derrotando mi neurosis. Es cierto que contaba con el don de hacer sueños lúcidos, de dirigirlos, desde muy joven. Al principio, los sueños lúcidos se presentaban en forma de tentaciones: me despertaba dentro del sueño y quería obtener fama, hacerme millonario, tener experiencias sexuales. Al final, lo que sucedía es que me quedaba atrapado. En el momento en que pedía cosas individuales, me sumía en el sueño y consecuentemente perdía la lucidez. Volvía a meterme dentro de un sueño ingobernable. Más tarde, en mis sueños comenzó a hacerse presente el deseo de ser mago: jugaba con las imágenes, me volvía gurú, quería poder. De nuevo, atrapado, perdía la lucidez.
Los sueños van cambiando y puedes hacer dentro de ellos distintas cosas, como un demiurgo. Pero después te das cuenta de que si uno sueña es por algo y que no es sano interferir en el desfile de imágenes.
Ha llegado, por fin, el momento en que soy simplemente un testigo de mis sueños: los contemplo y descanso. Actualmente, no sé realmente si sueño o no, porque en mis sueños el personaje soy yo tal y como soy en la vida real.
¿Mezcla la vigilia y el sueño?
No, no es eso. Me refiero a que, cuando sueñas, normalmente no eres tú, tienes otras personalidades, eres capaz de hacer cosas que no haces en la vida real. En mis sueños, sin embargo, yo ayudo a la gente: sigo dando clases, leo el tarot, doy conferencias. En realidad, ya no hay diferencia entre lo que hago en mis sueños y lo que hago despierto. Eso al margen de su lenguaje o contenido simbólico. Anteanoche, iba en un avión en plena oscuridad y el avión entró en la luz. Lo que tengo ahora son sueños felices, ya no tengo pesadillas. No tengo miedo porque controlo esas situaciones. Duermo sin ninguna tensión. Se aceptan los sueños tal y como vienen. En cierta manera -no digo que mi ego, porque no me estoy refiriendo exactamente a mi personalidad- mi identidad se ha solidificado. Se ha coagulado. Mi personalidad en el inconsciente es exactamente igual que en la vida real.
¿Qué terapia recomienda para vencer las pesadillas?
Yo comencé por Freud y resultó muy divertido: para él los sueños son deseos reprimidos, deseos frustrados, etcétera. Con Jung también disfruté: soñaba y luego prolongaba los sueños en duermevelas, continuando la historia, interrogando al sueño para ver qué me quería contar. Luego seguí con los sueños despiertos, desarrollando la imaginación. Hay muchas terapias magníficas. En los sueños lúcidos nos acercamos a lo que hacen las tribus de los senoi, que trabajan con los sueños durante el día, realizándolos a través de una especie de teatro. En otras escuelas los esculpen, hacen figuras, los pintan... De este modo los introduces en tu vida real, ¿no?
Pero todo esto es sólo para cuando estamos enfermos. Cuando te curas ya no necesitas hacer nada. Simplemente vives, simplemente sueñas. No hay represión.
¿Los sueños nos enseñan la verdadera naturaleza de la vida?
La vida nos enseña la verdadera naturaleza de la vida. Y la verdadera naturaleza de la vida es una mezcla de sueños y vida. ¡Porque toda la vida es sueño! Esto ya lo dijo Calderón, que tenía un nivel de conciencia altísimo para su época. Cuando vives el ahora, ese instante nos parece real, pero una hora después pertenecerá a la memoria, y las imágenes de la memoria tienen exactamente la misma calidad que las imágenes de un sueño.
Podríamos decir que vamos montados en un sueño y que todo esto, en la medida en que vamos avanzando y viendo, se va infiltrando en el mundo de los sueños y se va convirtiendo en sueño. Pero ¿qué ocurre con los sueños? Pues todo lo contrario: soñamos y esos sueños se van introduciendo en nuestra vida real. Los sueños se van haciendo realidad, como la realidad se va convirtiendo en sueño. Todo lo que sueñas se acaba haciendo real.
Usted cuenta que podemos acceder a los difuntos que aparecen en los sueños y que moran en un lugar de nuestra memoria, que pueden darnos consejos y ayudarnos...
Tenemos una mente colectiva, un inconsciente colectivo que está en algún lugar. Debe de haber una región de los muertos que se encuentra en el inconsciente colectivo. Lo que se ha llamado «infierno» en algunas culturas.
A través de los sueños, también ha llegado a ser consciente de la existencia de la magia, ¿verdad?
En los sueños lúcidos puedo cambiar voluntariamente algunas cosas, pero hasta cierto punto. No puedo cambiar todo sino una parte del sueño. Con la magia sucede lo mismo: puedes producir cambios en la realidad pero no puedes cambiar toda la realidad.
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Alejandro Jodorowsky, profesor de imaginación
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