El juicio tiene una doble cara, como el Dios mitológico griego Jano. Una cara mira hacia el mundo y otra hacia el ser que somos. Los juicios siempre hablan de quienes los emiten. Toda idea la dice alguien, que mientras la dice, evidencia quien es. Y revela además las emociones desde la cual tales ideas se emiten.
Puedo discrepar sin confrontar. En la medida que creemos que somos dueños de la verdad y lo ajeno es falso, construimos el terreno para la intolerancia y el fundamentalismo en nuestras relaciones afectivas.
Cuando tenemos el coraje, como hoy lo hicimos, de revisar lo que nos pasa y sentimos, podemos transformarnos. Aprendemos nuevas maneras de relacionarnos y pulir aristas. Abraham escuchó la voz de D’s paralizando su mano, la misma que lo había inducido a la violencia. Oscuros designios divinos. Aquel que nos convierte en jazmines y cactus, generosos y mezquinos, miel y hiel.
No solo actuamos de acuerdo a como somos sino que también somos de acuerdo a como actuamos. La acción modifica nuestro ser. En la medida que mutemos acciones, pensamientos y sensaciones a través del aprendizaje, de la reflexión y del comportamiento, cambiamos nuestra identidad: transformamos nuestro ser.
Somos boa y delfín. Mano y garra. Arrancamos y reparamos. Cortamos y ligamos. Así somos. Como Abraham capaces de asesinar y también dar vida... Mejor vida a quienes amamos.
Fuente: DelaCole.com
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-Le hacemos daño obligando al otro a recibir algo que no pide.
-Detestas en mí el daño que me haces.
-No perdones a quien te hizo daño. Simplemente expúlsalo de tu vida como si fuera un lastre y avanza libre.
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Montaje de Imagen: Manny Jaef
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