martes, 26 de noviembre de 2013

LAS MAGAS DE ALEJANDRO: Leonora Carrington

Takata envía a Jodorowsky, para continuar su aprendizaje, con la pintora surrealista Leonora Carrington, quien vivía en México y tenía 52 años de edad. Deja que ella te otorgue la mujer interior de la que tanto careces, le dijo el monje. -Y he aquí: Antes que nada, en lo alto de la escalera más que a una mujer vi a un ser. Más que un cuerpo vi una silueta alargada que sólo pude definir como una penumbra concreta donde brillaban dos ojos penetrantes llenos de un espíritu huracanado pero cristalino. Parecía que su mirada estaba hecha de alma-, cuenta Jodorowsky.
Los personajes del libro son reales y fidedignas las situaciones que cuenta, pero todo al mismo tiempo es fantástico o surreal. El autor ingresa en el otro hacia sí mismo o desde su yo al otro que es su espejo. Leonora habitaba en un ámbito regido por otras leyes que las de la razón. Una noche ella le llama por teléfono y le dice: Ya no te llamas más Alejandro. Te llamas Sebastián. Cuidado: nos vigilan. Para consolidar nuestra unión vamos a cometer una fechoría sagrada. Levántate y alquila una habitación en el hotel Reforma. Acepta sólo la número 22. No temas: por las leyes del santo Azar, ese lugar estará libre. Llegaré allí a las nueve de la mañana. Cuando Jodorowsky ha cumplido y la espera le sucede que su sexo fue invadido por una frialdad cadavérica. -La posibilidad de tener una erección me pareció inalcanzable. Los miedos ancestrales del incesto con mi madre me habían castrado. Sin embargo, cuando la pintora llega me di cuenta que me había equivocado al juzgar sus intenciones. En su actitud no había nada de sexual-, cuenta Jodorowsky. Lo que Leonora le propone es comer cada quien una calavera de azúcar con el nombre de cada uno grabado en la frente. Vamos a devorarnos el uno al otro, le dijo. En un momento su rostro se esfumó y en su lugar vi el mío. Ella le dijo: Ahora tu cara es mi espejo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario