Trata de encontrar qué es un deseo y qué es una necesidad. Una necesidad se refiere al cuerpo; un deseo no se refiere al cuerpo. No tiene raíces. Es un pensamiento que flota en la mente. Y casi siempre tus necesidades corporales surgen de tu cuerpo y tus necesidades mentales surgen de los demás. Alguien se compra un hermoso coche. Alguien se ha comprado un hermoso coche importado, y en tu mente surge ahora la necesidad. ¿Cómo vas a permitir esto?
Mulla Nasrudin estaba conduciendo el coche y yo estaba sentado a su lado. Era un caluroso día de verano. En el momento en que entramos en el barrio, de inmediato cerró todas las ventanas del coche. Le dije, “¿Qué haces?” El dijo, “¿Qué quieres decir? ¿Es que he de dejar que todo el vecindario sepa que tengo un coche sin aire acondicionado?”
Estaba sudando y yo también sudaba. Era como un horno, ardiendo, ¿pero cómo vas a dejar que tus vecinos sepan que no tienes un coche con aire acondicionado? Esta es una necesidad mental. El cuerpo dice, “¡Olvídate! ¿Estás loco?” Estás sudando. Dice, “¡No!” Escucha al cuerpo, no escuches a la mente. Las necesidades de la mente las crean los que están a tu alrededor. Son tonterías, estupideces.
Las necesidades del cuerpo son hermosas, simples. Satisface las necesidades del cuerpo, no las reprimas. Si las reprimes, te irás enfermando más y más. Nunca prestes atención a las necesidades mentales, una vez que descubras que son necesidades mentales. Y ¿es muy difícil descubrirlo? ¿Cuál es la dificultad? Saber si algo es una necesidad mental es muy simple. Sencillamente, pregúntale al cuerpo, indaga en el cuerpo, descubre la raíz. ¿Tiene esto alguna raíz?
Parecerás un tonto. Todos tus reyes y emperadores son tontos. Son payasos; simplemente míralos. Condecorados con cientos de medallas, ¡parecen estúpidos! ¿Qué es lo que hacen? Y han sufrido muchísimo para esto. Para alcanzar esto han soportado toda clase de sufrimientos y aún siguen siendo unos desgraciados. Han de ser desgraciados. La mente es la puerta al infierno, y esa puerta no es nada más que el deseo. Mata los deseos. De ellos no brotará nada de sangre porque no tienen sangre.
Pero acaba con una necesidad y habrá una sangría. Mata una necesidad y morirás parcialmente. Mata un deseo y no morirás. Más bien, al contrario, te volverás más libre. Al abandonar los deseos surgirá una mayor libertad. Si puedes convertirte en un hombre con necesidades y sin deseos, estarás en el camino y el cielo no se encontrará ya muy lejos.
Osho
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