En el inconsciente colectivo la mitología permanece activa y puede actuar, de forma sutil, sobre nuestra realidad. Aunque hayamos olvidado el lenguaje de los símbolos, éstos influyen en nuestro comportamiento. El pavo real, para los antiguos cristianos, era símbolo de resurrección, pues al acercarse el invierno pierde las plumas de la cola pero, al llegar la primavera, le vuelven a crecer. Con esa cola llena de «ojos» el pavo gira alrededor de la hembra, fascinándola. Esas plumas están cargadas de embrujo sexual. La mujer vive su frigidez como si algo en ella hubiera muerto. Por eso su carencia de placer es comparada con el frío de los cadáveres. Entonces, recomiendo a la consultante que:
Antes de realizar la unión sexual, ha de pedir a su amante que le acaricie el sexo con una pluma de pavo real durante media hora, a continuación sentirá renacer su capacidad de goce. Cuando sea penetrada, y mientras el hombre realiza sus movimientos pélvicos, ella debe reventarle, uno a uno, un huevo crudo en la cabeza exclamando: «¡Toma!». Si después de estrellar diez huevos no ha tenido su orgasmo, deberá simularlo lo más exageradamente posible y luego, durante siete días, por la mañana al despertarse y por la noche antes de dormir, repetirá esta simulación.
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Alejandro Jodorowsky en “Manual de Psicomagia”.
Imagen: Peacock by CRG Photography
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