jueves, 23 de octubre de 2014

Tecnopadres, Santos Y “Soldados De Dios”


“Un santo o una santa civil, persona sagrada que no representa a una religión, trabaja sin descanso por el bien de la humanidad”.
— Alejandro Jodorowsky 

Diálogos vía Twitter 
Preguntan a Alejandro Jodorowsky en Twitter:
- @victortwittea: ¿Un santo militar sería una contradicción?
Respuesta: San Ignacio de Loyola organizó a los jesuitas como un ejército militar. ¿Era santo?
- @Eisenheim68: No sé, pero me recordó al comic de los Tecnopadres...
Alejandro Jodorowsky: Diste en el clavo: para ese personaje me inspiré en Ignacio de Loyola.
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Los Tecnopadres se centra en la historia de Albino, el tecnopadre supremo, que conduce a 500.000 jóvenes acólitos a la galaxia prometida.

A lo largo del viaje, no exento de dificultades, Albino redacta sus memorias junto a su fiel Tinigrifi, un pequeño roedor inteligente, que le ha servido de ayuda y de compañía a lo largo de su vida...

Este punto de partida de clara inspiración bíblica nos sirve para conocer a modo de flashback el origen de Albino, de su hermana Onyx, de su hermano Almagro, y de su madre Panepha, una virgen que verá su destino truncado tras ser violada por tres piratas galácticos, engendrando a los tres niños...

Una saga inolvidable
Venganzas, rencores, deshonra, intrigas familiares, batallas épicas, criaturas increíbles, tecnologías desconocidas, unas pinceladas de metafísica y un sutil sentido del humor, son sólo algunos de los ingredientes de esta saga que ahonda en la relación entre tecnología y naturaleza a través del camino iniciático del joven idealista que es Albino.

El dibujo detallista y de sólido trazado de Zoran Janketov queda notablemente realzado gracias al color digital de Fred Beltran, y la historia, como suele ocurrir en los comics de Alejandro Jodorowsky, resulta absorbente y engancha al lector.

Al ser una obra publicada entre 2003 y 2007, Es todo un acierto poder disfrutar de Los Tecnopadres al completo en un solo libro.

Algo Más...

SAN IGNACIO DE LOYOLA

Se destacó en el sitio de Pamplona por sus cualidades militares, evitando una capitulación prematura, ejecutando trabajos de organización y fortificando las defensas de la ciudadela.

Durante su convalecencia Ignacio había pedido algunos libros para entretenerse. Quería obras de caballeros medievales con aventuras fantásticas, pero no había libros de ese tipo, y debió leer sobre historia de Cristo, que relataba la vida de algunos santos. Tras aquellas lecturas, Ignacio descubrió un nuevo sentido para su vida: ser soldado de Dios y de la Iglesia. Apenas restablecido, se dedicó a visitar iglesias y conventos, socorrer a los pobres, orar y meditar. Después de formular votos ante la Virgen de Monserrat, trocó sus armas por hábito mendicante y fortaleció su espíritu, cada vez más enardecido por la fe, en el sacrificio, austeridad y desapego de los bienes terrenales. Su anhelo de Dios lo llevó a Tierra Santa, perseguido por el recelo y la incomprensión.

De regreso en España, Ignacio decidió entregarse a la vida religiosa, en la oración y en el celo apostólico dé la difusión de la doctrina de Cristo. Y, como entendiera que para lograr una verdadera eficiencia en sus prédicas debía primero él poseer una sólida preparación, siguió estudios en Barcelona, en Alcalá y en la Universidad de Salamanca. Más tarde fue a París e ingresó en la famosa Universidad de la Sorbona, de donde egresó tres años después, con el título de “maestro de filosofía”.

Durante su estada en Francia, Ignacio se rodeó de algunos compañeros que compartieron su ardiente fe. Con ellos fundó una “compañía” militante de tipo caballeresco, destinada a combatir la herejía, la idolatría y la ignorancia. Después de formular los votos en Montmartre, Ignacio y sus compañeros se trasladaron a Roma, donde obtuvieron del papa Pablo III el reconocimiento de la nueva orden religiosa, que pusieron al servicio de la Santa Sede y de la cual Ignacio fue su primer “general”.

Reflexión Final...

¿Qué le queda al ser humano cuando huye de la naturaleza y se pierde en las ficciones de su propia mente enferma? Su rebeldía, su capacidad para el cambio, su adaptación, que moldea nuevas realidades...


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Imagen: Viñeta de “Los Tecnopadres”, de Alejandro Jodorowsky y Zoran Janketov (izq.) / San Igancio de Loyola (der.)
Montaje de Imagen: Manny Jaef 
@alejodorowsky en Twitter

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