Ensucie sus manos con barro y pida a sus padres, o en su defecto a dos personas amigas (mujer y hombre), que se las laven jabonándolas repetidas veces, enjuagándolas con agua bendita, para terminar perfumándolas. Luego, el consultante, llevando varias tarjetas escritas en un bolsillo, visitará una gran tienda o cualquier negocio que le atraiga y, habiendo elegido el objeto que desea robar, colocará junto a él, sin que nadie se dé cuenta, una de sus tarjetas. En ellas debe estar impreso:
«Soy_________(nombre en diminutivo, por ejemplo: Pedrito, Conchita), el niño ladrón. Pude haber robado esto, pero no lo hice. He triunfado. Amadme».
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Alejandro Jodorowsky en “Manual de Psicomagia”.
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