Alejandro Jodorowsky: Cada mañana, al despertar, me lleno de alegría por estar aún vivo, encarnado en un ser humano. Que mi hogar sea un universo infinito, y que mi espíritu sea tan infinito como ese universo, es un milagro que no ceso de agradecer a ese impensable que llamamos Dios. Su energía la siento en cada ser, en cada cosa, en cada centímetro de mi cuerpo y en el centro de mi espíritu como un vertiente luminosa... Atravesé gran parte de mi vida sumergido en la tristeza, buscando el amor en los otros pero sin amarme a mí mismo. Cuando creí haber triunfado socialmente y, sin perder la habitual angustia, me envanecí, una humilde lectora de cartas me dijo: “Usted, señor, aún no se ha encontrado a sí mismo. ¡Qué lástima que se pierda ese regalo!”. Mi orgullo se sintió golpeado. Luego acepté y comencé mi búsqueda. La siguiente fábula quizás pueda ser útil para quienes sin cesar se dicen “Yo no valgo nada”...
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