Junto al profundo lema inscrito en los templos griegos «Conócete a ti mismo» lucía otro no menos profundo «Nada de más».
Desprenderse de objetos inútiles, relaciones parasitarias y actividades rapaces es esencial para la sobrevivencia de la humanidad. Deshaciéndonos de las amarras mentales, eliminando ideas locas (transmitidas por religiones caducas), sentimientos que nos son ajenos (copiados en la niñez de las emociones conflictivas de nuestros padres), deseos implantados por la industria (la insatisfacción sexual es la base del consumo sin mesura) y necesidades sin otra ambición que parecer más de lo que somos (motivadas por la neurosis social), en lugar de obedecer a la inercia del pasado, que trata de que nada cambie, nos entregaremos al intento del futuro, que provoca, tanto como la expansión constante del universo, la expansión de nuestra conciencia.
Una persona que ha realizado su trabajo interior, cicatrizando sus heridas emocionales, enalteciendo la tolerancia, desarrollando su escucha de los otros, no dejándose embaucar por la propaganda comercial y los medios de comunicación, sembrando ideas positivas, habiendo aprendido a ser lo que realmente se es (y no lo que los otros quieren que se sea), a amar sin discriminación, a crear desarrollando su receptividad, y a existir sin destruirse, agradeciendo el tiempo de vida que le ha concedido el cosmos, puede estancarse en una atmósfera de felicidad. Lo que es un error: en un mundo donde todo avanza y se expande, permanecer inmóvil es retroceder. La Conciencia es ilimitada, su desarrollo es incesante y sin fin. Es recomendable entonces que una persona sana realice de vez en cuando algunos actos psicomágicos.
Alejandro Jodorowsky, en “Manual de Psicomagia”
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“Nada está de más en este mundo. La Ternura también a veces duele”. E. Ch. Nahuelpan.
“Nada de más, ser sin adornos”.
“GANAR: Aprender a perder. ¡Nada de más!”.
“En la Naturaleza nada ni nadie está de más”.
Alejandro Jodorowsky
Imagen: Hans Ulrich Obrist (@hansulrichobrist)
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