lunes, 5 de enero de 2015

Tras La Pista De Los Reyes Magos Y La Estrella De Belén (Segunda Parte)


Por Jesús Gerardo Rodríguez Flores 
Sociedad Astronómica de la Laguna (México) 

Los Reyes Magos adoptados por la cristiandad.
Todo un enigma envuelve a los “sabios de oriente”, lo que en la actualidad conocemos se debe más que nada a la leyenda o tradición mas que a los hechos reales. Las únicas referencias que se tienen sobre ellos provienen del Evangelio de San Mateo y de algunos Apócrifos, y en ninguno de ellos los califican de reyes. A decir verdad, en los textos originales la palabra “sabios” es derivada del griego “magoi” y el latín “magi”. Dichas palabras parecen provenir a su vez de la palabra “magu”, nombre dado a los sacerdotes persas en la religión zoroástrica. Durante muchos años se consideró a los sacerdotes como depositarios de todo conocimiento importante. No solo las técnicas para propiciar a los dioses, sino el estudio de los cuerpos celestes y sus supuestas relaciones con los asuntos humanos, lo cual era muy tradicional en Babilonia. En otras palabras eran astrólogos-astrónomos. Los judíos, que siglos atrás habían sufrido el destierro en Babilonia, conocieron la categoría de “magos” de dichos sacerdotes, lo cual podría dar lugar a que San Mateo los denominara de dicha forma. Otras versiones en cambio los identifican como sacerdotes de Mitra, un dios solar con ciertas pautas de semejanza a Cristo. Lo cierto es que nunca se les denomina en los textos como “reyes”. En los primeros siglos del cristianismo la palabra “mago” se convirtió en “no grata” para los cristianos pues recordaba la confrontación de Simón el Mago con los jefes de la Iglesia. Simón el Mago había sido acusado de hechicería e incluso de dar origen al gnosticismo cristiano y a la herejía de los “simonianos” que duró dos siglos. Por lo mismo los “Magos de Oriente” fueron transformados por la tradición en “Reyes de Oriente” y al cabo de un tiempo en “Reyes Magos”.

En un principio el número de los Magos fue indeterminado. En las pinturas de las catacumbas romanas fueron a veces dos, y otras cuatro. La Iglesia de Siria creyó que eran doce que prefiguraban los doce futuros apóstoles. Algunas tradiciones de la Iglesia Copta elevan el número hasta sesenta y citan los nombres de más de una docena de ellos. Finalmente en el siglo IV su número es fijado en tres por Origenes, un conocido escritor eclesiástico.

La leyenda dorada de los Reyes Magos nació en el siglo IV de nuestra era. Se encuentra en el “Opus imperfectum in Mattheum” redactado en latín por un escriba iraní cristiano. Sin embargo los investigadores mas versados en esta obra han dejado en manifiesto que este libro fue inspirado en el llamado “Libro de Set”, redactado en el siglo III de nuestra era, en la región de Edessa. En la leyenda los reyes tienen cada uno un reino, y esperan una estrella en el cielo cuyo significado conocen perfectamente, eran religiosos y justos con sus pueblos. En el siglo II empieza la iconografía de los reyes magos. De vuelta a sus países, los Reyes vivieron piadosamente en la religión de Jesús en la cual supuestamente son instruidos por el apóstol Santo Tomás, abjuraron de sus prácticas paganas, hasta que, en el año 70, ya muy avanzados en años, sufrieron el martirio.

En el siglo V el Papa San León, habla de ellos como si hubieran existido realmente y fija su número en tres. En el siglo VI la iconografía les da a los magos una premeditada diferenciación en la edad: dos de ellos son representados con barba y el tercero si ella. En el siglo IX, hacia 845, en el “Liber Pontificalis” de Rávena aparecen nombrados como Bithisarea, Melichior y Gathaspa. El antes mencionado Beda El Venerable recoge los nombres y atributos de los Reyes Magos en uno de sus textos: “El primero de los Magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera cana y luenga barba... fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole incienso, símbolo de la divinidad. El tercero, llamado Baltasar, de tez morena (“fuscus” en latín) testimonió ofreciéndole mirra, que significaba que el hijo del hombre debía morir...”. A raíz de este texto, los artistas empezaron a representar a los magos de acuerdo a determinadas edades. De esta manera los magos venían a simbolizar las tres edades del humano: 60, 40 y 20 años, tal y como lo expresa el “Catalogus Sanchtorum” de Petrus de Natatibus, del siglo XV.

Otro cambio importante fue el cambio de origen de Baltasar. Aunque Beda El Venerable ya lo mencionaba como de tez morena, durante mucho tiempo nadie imaginó la existencia de un Rey Mago negro. Según la tradición, ellos eran originarios de Persia, por lo cual no podía existir un negro entre ellos. Sin embargo, a partir del siglo XIV, por influencia de la vocación ecuménica de los predicadores, empezaron a dar un carácter de universal a los reyes magos. Desde entonces simbolizan las tres razas humanas admitidas en la antigüedad y prefiguradas por los tres hijos de Noé: Sem, Jafet y Cam, tal y como el Antiguo Testamento las define. Y también obviamente arranca la tradición de representar a los Reyes Magos montados sobre animales correspondientes a sus geografías: un caballo, un dromedario y un elefante, respectivamente. Una anécdota curiosa fue la ocurrida en el siglo XVI tras el descubrimiento de América. Al representar los Reyes Magos a todas las razas del planeta, algún devoto cristiano tuvo la idea de que el Nuevo Mundo se viera representado en el cortejo real. De esta forma en el retablo portugués de la Catedral de Viseu, Baltasar, en lugar de ser un rey negro es representado como un pintoresco jefe indio de Brasil, con su jabalina emplumada. Para infortunio del promotor de dicha ocurrencia, la idea no prosperó dentro de la arraigada tradición cristiana.

Continuará...

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Imagen: Los Reyes Magos by Roberto Weigand
Montaje de Imagen: Manny Jaef 


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