viernes, 30 de enero de 2015

El Loco y El Ermitaño En La Poética De Alejandro Jodorowsky. El Fragmento Como Pensamiento Viajero (Quinta Parte)


Para el gesto literario y la apreciación que hacemos de la inscripción de la (H) de Jodorowsky, debemos explicar una nueva inquietud que se aparte de la escritura cotidiana para acercarla a la escritura literaria. Pues habría en la literatura, un delirio de la búsqueda de la ausencia de sentido y de la muerte como no existencia. Es como si la escritura al nombrarse y hacerse presente quisiese someterse al abandono que la literatura le entrega ofreciéndole la posibilidad de tornarse sin sentido. Es su ambigüedad contenida y, por ello, Jodorowsky nos debe indicar que hubo antes otra escritura con otro sentido. Es la parte irónica de la significación que la literatura muestra como significancia desastrosa. Para saberlo es necesario sospechar de la ambigüedad de la palabra en la literatura. Por un lado, la palabra resulta constituirse y materializarse, por otro, es presencia diferida, se encuentra en otro lugar. Palabra: presente/ausente. Palabra: brillando por su ausencia.

De esta manera podemos indicar que la noción de fragmento y desastre pueden también ampliarse para develar el mismo carácter posible e imposible que la ficción literaria carga, ya que en su juego se recurre a su garantía inestable. Consideramos que Jodorowsky y Blanchot dialogan al momento de evidenciar mediante la reflexión de los márgenes de la escritura, la sospecha de la ambigüedad del lenguaje, duda legítima de la que la literatura se habría preocupado mediante su falta de pretensión en la verdad.

alzo mi lámpara en medio de la locura y la ignorancia.
Semejante a una luciérnaga mi resplandor es un llamado
La conciencia no me sirve, es un ojo que flota en la nada
Indiferente el mundo me expulsa hacia un futuro múltiple
Donde el azar me otorga uno de sus innumerables caminos,
Anillo absurdo que otorga como final el regreso al origen.
(Jodorowsky, Yo 79)

Esta simbología de la iluminación es la que apreciamos en la apertura del camino que ofrecen estos versos indicativos. Por un lado tenemos cierta “certeza” cuando accedemos a la palabra que estaría dada por su presencialidad. De esta forma, El Ermitaño es quien ilumina y hace posible el encuentro con lo que se ha destacado desde la oscuridad.

17
Vida tras vida
avanzo hacia el origen
Mi patria son mis zapatos
(Jodorowsky, Piedras 17)

Ciertamente, en Nietzsche y Heidegger hemos encontrado pensamientos emparentados con la poética fragmentaria que encontramos en Jodorowsky. De Heidegger, hemos encontrado la indicación de buscar “claros en el bosque”, para hacer alusión a la búsqueda incesante que el radical encuentro con el pensamiento nos (des)orienta. De esta manera, la filosofía de estos “maestros de la sospecha” ha minado el pensamiento de la poética jodorowskyana) con el radical vacío e inestabilidad que traen consigo.

Es necesario indicar que la “vida” y textualidad en Jodorowsky se encuentran íntimamente relacionados, pues el pensamiento del viajero es pensamiento de la imaginación delirante del mundo, del Ser en el encuentro con “el canto de sirenas” blanchotiano. Jodorowsky abandonó Chile en los años cincuenta, a los 23 años, con dirección a París. En su libro Psicomagia, una especie de autobiografía ficcional, asegura que al subir al barco que lo llevaba rumbo a lo desconocido “arrojé mi libreta de direcciones al mar”, por lo que apreciamos una impostura del desprendimiento. Tal referencia la encontramos también poetizada y reflexionada en el desasimiento de estos versos:

14
Deja que me disuelva en tu memoria
Para endulzarla en mi olvido
(Jodorowsky, Piedras 15)

55
Irse en el viento
con una voz de agua
(Jodorowsky, Piedras 36)

Jodorowsky, el artista del desastre, nos muestra que el mundo está sin límites frente a nosotros y que la extraña relación que nos hace seres del universo múltiple es también la posibilidad de una solidaridad inmanente que existe en cuanto somos infinito devenir continuo de todos los hombres.

Creemos que en Jodorowsky se supera una antigua preocupación, ya “tardío humanista”; la desconfianza hacia la escritura. Aquella duda que ya Sócrates planteó al señalar que no era posible confiar en la otrora “nueva” tecnología llamada escritura. Pues, para Sócrates, lo extraño, lo imposible de la escritura, era el hecho de que no traía consigo la garantía que un hombre podría darle. Cuando se escribe, la escritura expulsa a su autor y con ello ya no es posible interrogarla, ya no se puede preguntarle nada, pues no hay garantes que le defiendan o le apoyen. Si esto es así ¿cómo es posible confiar en ella? Para Sócrates, un filósofo de la certeza y la verdad, esta preocupación lo llevó a alejarse de la escritura, rechazándola hasta la muerte por su falta de verdad. Esa verdad que resulta indicativa pero no verdadera ni esencial, ni significativa. La verdad devino cadena de simulacros. Una lectura envuelve a otra, como ya lo dijo Borges, una lectura en “un enjambre de sueños”.

Fin

Autor: Cristian Cisternas Cruz
Imagen: The Pictorial Key Tarot

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