lunes, 26 de enero de 2015

El Loco y El Ermitaño En La Poética De Alejandro Jodorowsky. El Fragmento Como Pensamiento Viajero (Primera Parte)


Este artículo relaciona las cartas del Tarot denominadas El Loco y El Ermitaño como vínculos creativos de la poética jodorowskyana. Se relacionan a estas figuras los conceptos de “pensamiento viajero” y “escritura fragmentaria” como tópicos del clima cultural posmoderno y se revisan fragmentos de la escritura poética de Alejandro Jodorowsky a través de la estrategia deconstructiva Derrideana.
Palabras clave: Tarot, el loco, el ermitaño, pensamiento viajero, escritura fragmentaria, estrategia deconstructiva.

Alejandro Jodorowsky ha sido, a nivel global, una de las figuras más relevantes cuando se intenta consultar acerca del Tarot. Su exhaustiva investigación acerca de este juego óptico le llevó a descubrir la infinita variedad de cartas que existían alrededor del mundo y la variedad de iconografías y tradiciones presentes en sus naipes. Desde Egipto a China, y cruzando muchos lugares de Europa, el Tarot ha sido visto como una herramienta mágica de consulta acerca de lo misterioso y extraño que, por lo general, encontramos excluidos del pensamiento occidental. Atribuido a dominios angelicales y demoniacos, el Tarot ha sido masificado como medio para “leer el futuro”. De ahí su fama prosaica que ha llegado al mismo Jodorowsky, acusado de charlatán o, como dijo Roberto Bolaño; “un ladrón de guante blanco” (Bolaño Putas 210).
La tradición del Tarot ha importado a magos, chamanes y también a psicoanalistas como Jung, a quien se le ha relacionado con estudios exhaustivos sobre las nociones de arquetipo y Tarot, de donde Jodorowsky tomó su base simbólica para construir su diseño terapéutico denominado “Metagenealogía”.
Una “Metagenealogía” es el estudio de la formación de la personalidad y los “nudos” problemáticos que la familia y la cultura heredan de las personas, y que, a veces, las enferman. Así, la “Metagenealogía” se presentaría como una forma de comprensión de las relaciones que circundan a cada árbol personal para autoentender “nuestro” lugar condicionado por la cultura o la familia en el mundo y cómo sería posible establecer una vía escapatoria a determinismos que impiden la libertad del ser. De esta forma, la “Metagenealogía” se presenta como una emancipación para el Ser y viene a complementar los trabajos terapéuticos anteriores de Jodorowsky desarrollados antes en Psicomagia, Manual de Psicomagia y La vía del Tarot. Por supuesto que la “Metagenealogía” es bastante más sofisticada que nuestra breve indicación y no es labor de este trabajo, sino de otros, investigarla en profundidad.

Volviendo al Tarot, quisiéramos detenernos en dos figuras de sus cartas, quizá sus más famosos arcanos. Nos referimos al arcano llamado El Loco y el arcano VIIII conocido como El Ermitaño.

El loco, la figura del Tarot, convoca, en palabras de Jodorowsky, la vinculación con “la energía original sin límites, la libertad total, la locura, el desorden, el caos, o también el impulso creador fundamental” (Jodorowsky 147). Creemos que esta figuración ha influenciado su obrar y proceder en el plano de su producción de arte. Pues en Jodorowsky no hay espacio para la totalidad unitaria y la fijación de un determinismo. Su pluralidad multifacética es, en un primer orden, dominio de la locura por sobre el pensamiento del ordenamiento y la razón ajustada. El azar, lo enérgico espiritual, “La fuerza que por el verde tallo impulsa a la flor” en la voz de Dylan Thomas (Thomas 30), es el paso definido con el que la figura que mueve su arte abre su camino creativo. La locura, el camino sin significado, el delirio de lo inesperado, es lo que ha hecho de su obrar múltiple la vía para el continuo devenir de lo caótico: la garantía imaginaria para que un arte como el de él se relacione solo con lo que se ubica al lado de lo que totaliza, desplazándose en el momento de encontrarse, evadiendo lo que cristaliza el pensamiento. Un pensamiento loco, que mira hacia adelante sin ver atrás, como nos muestra esta carta, coincide también con una poética del viajero: aquel pensamiento que no tiene guarida, que nunca está donde se le busca, que piensa de acuerdo a la verdad del instante.

Continuará...

Autor: Cristian Cisternas Cruz

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