La psicogenealogía parte de la premisa de que determinados traumas y comportamientos inconscientes se transmiten de generación en generación, por lo que para que un individuo tome consciencia de ellos y pueda desligarse de los mismos es necesario que estudie su árbol genealógico.
Cada vez que nosotros “movemos algo” nuestro clan completo también se mueve. La razón es que el inconsciente familiar intenta reequilibrar la situación. Con frecuencia vemos que una persona no quiere o no puede cambiar porque se ha identificado más con la identidad que le dio el árbol que con la suya propia.
El ser humano es el único animal que nace inmaduro, lo que le obliga a ser dependiente de sus padres o alguna persona que le ayude a sostener su vida. Muy tempranamente aprendemos las vías para vincularnos a aquel que necesitamos: someternos, complacer o manipular a quienes nos ayudan.
En los primeros años de crecimiento, lograr esto con éxito es sinónimo de seguir con vida, sin embargo, algunas personas en la edad adulta aun conservan este pensamiento infantil, por lo que piensan que si cambian el clan los va a expulsar y estarán en riesgo de muerte. Este es el origen del crecimiento.
En psicogenealogía, la primera tarea que tenemos es descubrir cual es “la trampa” de nuestro árbol genealógico. Para tener las pistas que guíen la investigación, la primera pregunta de un arbolista es ¿Cuál es nuestra finalidad en la vida? La respuesta apuntará a las prohibiciones de la familia.
Decir que mi finalidad es ser feliz... indica que tu árbol lo tiene prohibido. En familias muy religiosas, se bloquea la felicidad, porque durante siglos se creyó que la vía para llegar a Dios era el sufrimiento.
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