martes, 1 de julio de 2014

Cambio De Ruta

Según dice Alejandro Jodorowsky, “el fracaso no existe. Es un concepto de la mente (...) En su lugar, llamemos a esto un cambio de ruta”, según consigna el autor que le dijo a Moebius.

Después de proponer a Moebius que reciclaran los más de tres mil dibujos realizados para Dune (storyboard, diseños de vestuario, escenarios y otros bocetos) y los incluyeran en una serie de novelas gráficas, Jodorowsky fue entonces visitado por una visión:

“Soñé que estaba volando en el espacio intergaláctico. Una forma cósmica formada por dos pirámides superpuestas, una negra y la otra blanca, me llamaba. Me acerqué a ella y de repente, me encontré sumergido en el centro. Explotamos. Y así fue como mi subconsciente me presentó a El Incal”.

El Incal (1981-1989), obra también conocida como la Saga de los Incales o Las aventuras de John Difool, se convirtió en la primera novela gráfica de Jodorowsky, aunque el autor no era del todo nuevo en el mundo del cómic.

En 1966, Jodorowsky se inició como guionista con la creación de Aníbal 5, con las ilustraciones de Manuel Moro; y, más tarde, desde 1963 a 1973, tuvo la oportunidad de dibujar una serie de tiras llamadas Fábulas Pánicas que publicaba en el periódico El Heraldo de México.

“Cada domingo dibujé una página de cómic. Una historia completa. Pero los dibujos eran muy básicos, toscos, pero llenos de energía”, cuenta Jodorowsky en L.A. Weekly, confesando que desde que vio los dibujos de Moebius se detuvo para siempre. “Moebius, Boucq, Bess, Juan Giménez, Beltrán, ellos son genios. ¿Cómo pueden dibujar así? Es un milagro”, cuenta el autor al periodista de L.A. Weekly, Jay Babcock.

La relación química con otros coautores siempre ha sido importante para Jodorowsky, quien explica así ese proceso creativo en el caso del cómic: “Antes de trabajar en una serie con un artista, veo sus dibujos. Si me gustan sus dibujos, puedo escribir para él. Porque admiro a esa persona. Entonces, tengo una larga conversación con él, para saber lo que le gusta dibujar, lo que realmente quiere hacer. Mientras que él está hablando conmigo, empiezo a verlo, a sacar su perfil psicológico. Hago una invasión de su alma. Una exploración. Entro para averiguar quién es. Lo que es. Luego de discutir con él una idea para una historia, él me da un montón de otras ideas, y yo digo que sí. Luego voy a casa y escribo mi historia, y lo convenzo de que usé todo lo que me dijo. Y él queda feliz porque estoy trabajando con él. No con la idea, trabajo con sus sentimientos”.


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