No ciegues la puerta por adorar las llaves
Ni olvides tus ovarios en los hospitales
Has perdido el agua por seguir tus fulgores
Y en dinero cambias tus trece resplandores.
Quiero ser el perfume de tu silabario
El astro que ladra en la boca de tus males
El caballo negro que devora tus flores
El Dios que se convierte en un beso ordinario.
No niegues el río que corre entre las cañas
De aquellas aguas puede nacer el incendio
Que cambiará en aves de fuego las montañas.
Tan sólo espejos saben crear tus codicias
Donde multiplicas el rostro de la nada
Sin ver en tu alma el jardín de las delicias.
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Alejandro Jodorowsky [Metapoemas, en: Poesía sin fin, p. 50-51]
Imagen: J. Slattum
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