Debido a decepciones reprimidas, y quizás por haber sido educado por padres que han criticado constantemente a los otros para afirmar su superioridad, el/la consultante en cada frase que dice desliza palabras agresivas. Esta agresividad, que en su mayor parte es inconsciente, no sólo la dirige a quienes lo rodean, sino también a la sociedad que lo alberga. En fin; la humanidad entera. Esto proviene de que los padres no supieron reconocer los valores de su hijo/a y le destruyeron su esfuerzo para lograr una mínima admiración. La máxima actividad del sistema nervioso es la de enunciar palabras, y esta palabras están íntimamente ligadas al cuerpo. Un lenguaje agresivo, como si fuera un bumerán, regresa a quien lo usa para afectar su salud mental y corporal, terminando por hacerle cortar los lazos amistosos con sus semejantes.
Aconsejo entonces al/la consultante:
Obtener miel de abeja en sus celdillas. Cada mañana, en ayunas, debe chupar un pedazo. Succionando la miel y masticando la cera, con la boca endulzada repetirá tres veces: «Si donde no hay amor siembro amor, obtendré amor». Luego guardará los restos de cera en un envase dorado. Cuando haya reunido una bola mediana de cera masticada, debe modelarla dándole la forma de un corazón, que, sumergido en una copa de cristal llena de agua bendita, colocará en el centro de la mesa donde come.
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Alejandro Jodorowsky en “Manual de Psicomagia”.
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