miércoles, 5 de agosto de 2015

Es Imposible Mentir A Nuestro Yo Esencial


En una pequeña aldea, un abuelo sabio pone a prueba a sus cuatro nietos, tres varones y una hembra.
-Cada uno de vosotros debe tomar una gallina y matarla en un lugar donde nadie lo vea. Al que lo haga mejor le regalaré esta flauta de madera hecha con mis manos.
Los muchachos y la niña parten decididos a obtener el trofeo. Al cabo de cierto tiempo, el primero en regresar, depositando ante los pies del anciano su gallina muerta, le informa con mucho orgullo:
-A pesar de que en todos los lugares hay gente, fui al bosque, trepé a la copa del árbol más alto y ahí, oculto entre las ramas, la degollé.
Llega el segundo nieto y también, ufano, deposita ante los pies del abuelo su gallina muerta.
-Me sumergí con ella en el río para, debajo del agua, abrirle el vientre...
El tercer muchacho, a su vez con aires de triunfador, entrega su animal muerto.
-Me fui al cementerio y, camuflado por la sombra de una tumba, le estiré el cuello.
Por el contrario, la nieta, apesadumbrada, llega con su gallina en los brazos, viva. El sabio le pregunta:
-¿Qué sucedió, señorita? ¿Acaso en la aldea y sus alrededores no hay ningún sitio sin gente?
-No es eso, abuelo. Usted pidió que matáramos a la gallina donde nadie nos viera. Pero por muy desiertos que estuvieran los sitios donde fui, la gallina siempre me estaba mirando.
Y el anciano, con una gran sonrisa, entrega a la niña su flauta de madera.

Es imposible mentir a nuestro Yo esencial. Por muy desviada que esté nuestra personalidad, por muy convencidos que estemos de ser eso que otros quieren que seamos, por muy productivas que resulten nuestras mentiras, un ojo interior nos estará indicando la verdad. Aunque nos neguemos a aceptar su mensaje, sentiremos con molesto sufrimiento nuestra traición. Si no nos hemos consumido en la llama interior, convirtiendo en fértiles cenizas nuestros egos, todos inevitablemente mentimos.

Alejandro Jodorowsky
Imagen: Agnes/Aga 

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