Muchas niñas, impresionadas por la fuerte personalidad de sus parientes masculinos, crecen con una timidez que les dificulta alzar la voz, moverse con libertad y expresar sus sentimientos. Para que se libere de esta molesta prisión psicológica, aconsejo a la consultante:
Asistir a cursos de danza del vientre (así recupera sus naturales movimientos femeninos), recibir cursos de canto, no para triunfar en ese arte sino para hacer descender su voz de la garganta hasta la región de sus ovarios. Mientras el impulso de sus palabras no surja de su vientre, actuará como una niña y no como una adulta. Y además puede inscribirse en un club de tiro, para que aprenda a disparar con pistolas, rifles y, si es posible, con una ametralladora. Esto le enseñará a expresar con seguridad y fuerza sus pensamientos y emociones.
A mujeres que en la infancia fueron apartadas de sus progenitores (huérfanas, internadas, educadas por abuelos, adoptadas tardíamente, etc.) y cuya vida ha estado marcada por frases como «Quien no trabaja no come» o «Ganarás el pan con el sudor de tu frente», lo que les provoca una sensación de abandono y de sentir que tienen que luchar a brazo partido para ganarse un lugar en el mundo, sin nunca sentirse prósperas y felices, les aconsejo:
Comprar tres monedas de oro y hacer jogging llevando una de ellas en la mano izquierda, otra en la mano derecha y la tercera dentro de la boca. Terminado el jogging, deben mojar con su sudor las tres monedas, meterlas dentro de un preservativo, introducirlas en la vagina, vestirse de forma atractiva y pasearse por sitios muy concurridos. Se sentirán mejor que nunca.
Cada vez que se depriman, deberán repetir este acto.
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Imagen: Roseate Heights by intao
Montaje de Imagen: Manny Jaef
@alejodorowsky en Twitter
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