viernes, 7 de agosto de 2015

Una Buena Noticia


Un viejo cantante ha fracasado en su carrera. Siempre en espera de un contrato eventual, vive con su mujer en un apartamento vetusto y apenas amueblado; con todo, no falta una mesa y un teléfono por si acaso alguien lo llama para contratarlo... Un día suena el aparato:
-¿He llamado a la casa del cantante X? -Sí.
-Soy el empresario Z. El cantante A acaba de sufrir una crisis cardíaca y es probable que no pueda acudir mañana por la noche a cantar. Es absolutamente necesario que usted ocupe su lugar.
¿Tiene listo un repertorio?
-¡Sí, claro que sí! Tengo todo un programa -responde, estupefacto por esta buena fortuna, el viejo cantante.
-Escuche -añade el empresario-, todavía estamos a la espera de que nuestro divo se recupere.
De modo que, si antes del mediodía de mañana no recibe usted un telegrama de contraorden, puede considerar firmado su contrato.
-¿A mediodía?
-¡Sí, justo al mediodía! A partir de ese momento, todos sabremos a qué atenernos -concluye, antes de colgar, el empresario.
Excitado como nunca, el cantante repite incansablemente todo su repertorio. No cesa de mirarse al espejo del armario, confirmando una y otra vez que su traje está bien planchado. Pasa la noche en vela haciendo votos por la muerte de su rival. Al amanecer, el hombre se encuentra agotado. Bebe litros de agua, no come. Pasan diez horas, once horas... Un cuarto para el mediodía... Cinco minutos para el mediodía... Cuatro... Tres...y un minuto... Justo al mediodía alguien llama a su puerta. El viejo cantante va a abrir, con lágrimas en los ojos. Es un telegrama. Con las manos temblorosas, lo lee bajo la mirada ansiosa de su mujer... Al terminar de leerlo, exclama con aire triunfal
-No te preocupes, ¡gracias a Dios no es nada! ¡Simplemente que acaba de morir mi madre!

Para este viejo cantante, que no piensa más que en sí mismo y que padece un desfase entre el mundo de lo emocional y la realidad, la muerte de su madre supone una liberación. Es posible que ella le haya provocado una neurosis de fracaso...; quizá, en su niñez, la oyó decir: «Cuando naciste me tuve sacrificar: para poder cuidarte abandoné mi carrera artística». O bien: «Quiero que un día realices lo que yo no pude hacer. Pero si triunfas, sufriré pensando en mi propio fracaso». O más bien: «No eres el hijo que yo esperaba, te pareces a tu padre y no a tu abuelo materno».

Alejandro Jodorowsky 
Imagen: Dale Culp (deiru)

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