Cuando se aprende a caer, automáticamente se aprende a levantarse. Nos dejamos caer, es decir simbólicamente nos entregamos al sufrimiento, lo contrario de la depresión, que es el resultado de no abandonarse a la toma de conciencia: permanecemos con el ego artificial que nos embutieron desde que nacimos, cargando a todo el clan familiar sobre la espalda, y a la sociedad con sus prejuicios sexuales, sus trampas económicas, su política corrompida, su lucha contra los otros, su culto al egoísmo. En el Ukemi-do no luchamos. Relajando nuestro cuerpo, nos dejamos caer con toda confianza, tal como lo hacen los niños o los borrachos. Si descubrimos el placer de dejarnos caer a la tierra, el suelo se hace amable y nos recibe con delicia. Nos entregamos a la fuerza de gravedad, sentimos la atracción terrestre como una tierna caricia. Si nos despojamos de la dignidad de adultos, no nos parece grave caer. Hay infinitas formas de hacerlo. Pulverizamos la dignidad, el orgullo, la obligación de ser perfectos. En el fondo, la depresión es una falta de humildad... En el Tarot, dos cartas nos recomiendan aceptar la caída: El Colgado y La Torre. El Colgado cae hacia sí mismo. En la Torre, dos personajes se liberan del mundo artificial y caen hacia la verdad, simbolizada por el paisaje: tocan la tierra.
Una vez que tomas gusto a dejarte caer, puedes comenzar a caer en pareja, de preferencia con un ser que amas. Caer juntos, adaptándose, es una excelente terapia para las parejas en crisis. Cesamos de discutir, colaboramos para caer sin hacernos daño, olvidamos los problemas de ego, nos lanzamos al vacío juntos, descubrimos la complicidad. Realizado esto se puede entonces caer en grupos. Muchos amig@s abrazados obtienen un tremendo gozo cayendo en pelotón al suelo. Si es posible, este grupo puede ser formado por la familia: abuelos, padres, tíos, hermanos, niños, ¡plaf! cayendo todos juntos, un placer paradisíaco.
Cuando ya pierdes el miedo, la absurda dignidad, y aprendes a dejarte caer sin ofrecer resistencias, puedes hacerlo llevando en las manos una copa de cristal fino, o un objeto frágil y precioso, teniendo la alegría de ser capaz de no quebrarlo. Las madres pueden aprender a caer con su bebé.
A una persona deprimida, si le das una tarea preciosa, una finalidad importante, puede aliviarse. A una señora que se sentía por completo separada del mundo, le propuse que se disfrazara de payaso y fuera a divertir niños cancerosos a un hospital. Podemos aplicar el Ukemi-do a la sociedad en que vivimos. Una sociedad que tiene que aprender a caer porque siendo masculinista, su ideal es ser como un falo que siempre debe estar erguido. Todo el mundo está adiestrado a competir, a no caer incluso frente a sí mismo. Le tememos al fracaso. Y le tememos al triunfo porque este se obtiene aprendiendo a fracasar... De caída en caída, de fracaso en fracaso, nos hacemos fuertes y entonces triunfamos. El triunfo mayor es triunfar de la muerte, creándonos una conciencia inmortal.
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“El caer nos es dado. El subir tenemos que conquistarlo”.
— Alejandro Jodorowsky
Diálogo vía Twitter
Preguntan a Alejandro Jodorowsky en Twitter:
- @AliciaCubells: Si al caer vuelas, al subir... ¿Cómo acabarías la frase?
Respuesta: al subir te hundes en ti misma.
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Imagen: Free Falling by Pascal Campion
Montaje de Imagen: Manny Jaef
@alejodorowsky en Twitter
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