Una rosa es una rosa. Por muy bella que sea, no es libre, es solamente una esclava. Es dirigida. No tiene libertad para florecer o no florecer. No existe ningún problema, no hay elección; una flor ha de florecer. La flor no puede decir, “No me gusta florecer” o “Me niego a ello”. No tiene elección, no tiene libertad. por eso la naturaleza es tan silenciosa: es una esclava. No puede equivocarse, no puede errar. Y si no puedes equivocarte, si siempre haces lo correcto, y si “lo correcto” no está en tus manos, estás simplemente dirigido por fuerzas externas.
La naturaleza es una gran esclavitud. Con el hombre, por vez primera, la libertad hace su aparición. El hombre tiene libertad para ser o para no ser. Y así surge la angustia, el miedo de si será o no capaz, de si podrá o no podrá ser, el miedo por lo que va a suceder. Hay una profunda incertidumbre. Cada instante es un instante incierto. No hay nada fijo ni cierto, nada es predecible con el hombre. Todo es impredecible.
Hablamos de la libertad, pero a nadie le gusta la libertad. Por eso continuamos hablando de la libertad, pero creamos esclavitud. Hablamos de libertad y luego creamos una nueva esclavitud. Nuestra libertad misma no es más que un cambio de cautiverio. Cambiamos de una esclavitud a otra, de una dependencia a otra. A nadie le complace la libertad porque la libertad crea miedo. Entonces has de decidir y elegir. Le preguntamos a uno u a otro que nos indique qué hay que hacer. A la sociedad, al gurú, a las escrituras, a la tradición, a los padres. Alguien nos ha de indicar qué es lo que debemos hacer, alguien nos ha de indicar el camino. Luego podemos seguirlo, pero no somos capaces de movernos por nosotros mismos. Existe la libertad y existe el miedo.
Por eso existen tantas religiones. No existen por causa de Jesús, de Buda o de Krishna. Surgen debido a la existencia de un arraigado temor hacia la libertad. No puedes ser solamente un hombre. Has de ser un hindú, un cristiano o un musulmán. Así siendo un cristiano, pierdes tu libertad; siendo un hindú, dejas de ser un hombre porque ahora puedes decir, “Sigo una tradición. No estoy pisando suelo desconocido, inexplorado. Voy por un camino bien determinado. Sigo a alguien, no estoy yendo solo. Soy un hindú, por eso voy con la multitud, no me muevo como individuo. Si me muevo como individuo, solo, entonces surge la libertad, entonces a cada instante he de decidir, a cada instante he de dar nacimiento a mí mismo, a cada instante estoy creando mi propia alma. Y nadie será el responsable; en última instancia sólo yo seré el responsable”.
Osho
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