Son aromas, hedores a veces también, intensos llamados surgiendo de los múltiples pliegues que recela la noche; sí: cantos. La carne cubierta de bocas apetitosas, que vibran salivaras roce de la sutil caricia.
Los genitales erizados como gato asustado dispuesto a enfrentar lo que aun no entiende, los ojos variando de tinte según el suspiro o su opuesto ondular en silencio, las curvas más generosas saltando hacia el manoseo hábil, es decir librado de voluntades.
Son alientos inéditos, encadenados los unos a los recuerdos hasta la inspiración primera y el terminante exhalar, los otros tal carnada lanzada en el banco de los posibles.
Dándose, necesariamente sin freno en esa caída que se hace vuelo, y vuelo que se disloca en millar de estrellas, alcanzan el más intenso grado de presencia y a la vez su sombra pluri-direccional, flor de todos los mañanas, arraigada en precisos ayeres que hasta entonces no habían cesado de buscarse.
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Brontis Jodorowsky en Tumblr
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