Carta de Fabio:
Hola Alejandro Jodorowsky:
Soy Fabio, un muchacho de treinta años de Florencia, Italia. Me gusta escribir poesías, porque me permiten expresar mejor lo que siento, y en efecto son bastante personales. Te envío una, porque me gustaría verla publicada en Plano Creativo, y quisiera conocer tu opinión, así como la de todos los lectores del blog.
Te saludo, esperando que mi deseo se cumpla:
“Entraste en mi corazón,
Llenándolo de amor.
En él te abres espacio,
eliminando la tortura
de mi naturaleza,
controvertida, dura,
dulce, frágil, amable.
Así, me atrapaste,
y de nuevo me atrapaste y me devolviste
a una vida normal,
natural.
Colgada y flipada
con tu gran amor,
empapada con tu húmedo calor”.
Fabio
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Alejandro Jodorowsky le responde:
Querido Fabio, para sacarte de la cárcel de tu ego, me siento obligado a contestarte de esta forma:
Uno de los libros que me cambió la vida es “El Bhagavad-gita”, el tratado más importante de antigua sabiduría proveniente de la India. Y la frase, para mí, más importante de este libro es “Piensa en la obra sin pensar en el fruto de esta obra”. Un verdadero artista no crea obras pensando en premios, un santo no hace el bien sólo para ganarse el Paraíso, un héroe no gana batallas sólo para obtener el aplauso de sus conciudadanos. Sabes muy bien que tu poesía es un lamento personal, infantil, inmaduro, y sin embargo quieres que se te publique en esta sección, que no es de índole literaria sino terapéutica. No estás ciego: sabes que en “El placer de sanar”, personas que sufren piden ayuda. Tú no pides un consejo, pides publicación, aceptación, aplauso. No tienes idea de lo que es la poesía. Rilke, Baudelaire, Rimbaud, Lorca, dieron su vida por este sublime arte. Tú, que aún no eres poeta, ya quieres publicar, para decir ¿qué? “Alguien entró en mi corazón y lo llenó de amor”: es decir mi corazón de niño estaba vacío porque mi madre no me había amado. Por lo tanto nunca me amé a mí mismo. (El niño no amado, en lugar de ver la neurosis de una mujer incapaz de tener sentimientos maternales, se dice: “Si no ama es porque no la merezco. No valgo nada”.) Mi naturaleza me tortura, estoy lleno de contradicciones, “duro” y también “dulce” no sé si soy un hombre o una mujer. Sin conocerme, no ceso de adjudicarme adjetivos. (El gran poeta chileno Vicente Huidobro dijo en su poética: “El adjetivo, cuando no da vida, mata”). –Mujer “amada”, que eres la repetición de mi madre, te comportas como una enorme araña. Tal como si yo fuera una mosca, me atrapaste y, a mí que me siento sexualmente impotente, me devolviste a una vida natural. ¡Odio la humedad de tu sexo!–. Ah, querido Fabio, la poesía tiene temas más sublimes que el de servir de queja edípica, o de servir como blablablá romántico para expresar un deseo de incesto. Como tu padre no te transmitió su virilidad, quieres que yo, arquetipo paterno, te publique, es decir confirme que eres un hombre. Y esto es lo que estoy haciendo. Ya tienes tus ingenuos versos presentados ante los lectores. Ahora todos saben que llevas entre las piernas un falo y no una vagina. Puesto que logras que yo te responda, sientes que vales algo. ¿Comprendes? Cesa de escaparte de tu cuerpo: en el arte de la Alquimia se pretende “materializar el espíritu al mismo tiempo que espiritualizar la materia”. Tú, te has dedicado sólo a la segunda parte de la frase: quieres espiritualizar un cuerpo y un sexo que no te satisface. ¡Trata de materializar tu espíritu! Inspirado en Pablo Neruda te doy como acto de psicomagia que escribas un poema a los espaguetis a la napolitana. Otro al osso-bucco y otro a la escalopa milanesa. El de los espaguetis se lo dedicas al Padre, el del osso-bucco al Hijo, y el de la escalopa al Espíritu Santo.
Fuente (Texto): Plano Sin Fin
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Imagen: Madonna in Labour 14 by Aimee Fitzgerald
Montaje de Imagen: Manny Jaef
@alejodorowsky en Twitter
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