Otro ejercicio: la persona no creativa obedece a la fuerza de gravedad. Sentimos la gravedad en nosotros. La Tierra nos dice todo el tiempo: «Tú eres tierra, vas a terminar en mí». En todo momento sentimos que debemos caer. Todo conduce a que nos desvanezcamos, a que nos deprimamos y, poco a poco, caigamos. No podemos imaginar que haya otra fuerza que pueda vencer el peso. Es así. Si yo tengo una sensación de mi peso, me sentiré pesado. Pero si comienzo a expulsar el peso de mí, si saco todo el peso de mí, me sentiré ligero. Puedo dominar esa sensación. Soy creativo cuando hago lo que yo quiero con ella. ¡Puedo sentirme muy pesado o puedo ser ingrávido! De la misma manera que mi cuerpo es oscuro en el interior pero puede estar lleno de luminosidad. Eso es estar iluminado. Un ser iluminado sentirá que su cuerpo no tiene peso. Tiene justo el peso necesario que él quiere, tiene la luz que él quiere: está todo controlado. Ya no estoy prisionero de ninguna cosa, de ninguna sensación. Puedo tener un peso de millones de kilos o de ninguno. Yo controlo esa sensación de oscuridad y de luz, controlo la sensación de calor y de frío. Esto nos lleva al yoga del Himalaya, y no hace falta ir allí ni ser un yogui. Sólo tenemos que hacerlo. Recordemos el kung-fu chino, donde los combates tienen lugar en el aire. Lo podemos hacer nosotros, sentirnos así de ligeros. Esto tiene que ver también con la iluminación. Cuando estamos iluminados significa que la sombra se ha ido. Y cuando se va hacia la luz, se puede llegar a la sombra. No se está prisionero de la luz. Si llegamos a la ligereza, podemos volver al peso; no hay que estar prisionero tampoco de la ligereza.
Trabajemos. Una vez adquirida esa sensación, acumulad la fuerza y llenad el cuerpo de fuerza. En ese momento se es potente. Es lo que hacen los gurús, con todo tipo de trucos de prestidigitación. Simbólicamente se traduce así: «Yo puedo daros sin cesar la energía». Cuando hacen esto, hay una fuerza infinita. El gurú ha trabajado con todo eso, y toma el lado imaginario, que es ilimitado. Y la gente cree que se ha producido un milagro, pero ese milagro podemos hacerlo cada uno de nosotros. Consiste, simplemente, en trabajar con la sensación que tenemos de nosotros mismos. Puedo cambiar en todo momento lo que percibo de mí mismo. Puedo ser grande, puedo ser pequeño. Es la sensación de mí lo que varía, eso es todo. Puedo dar y puedo también tomar. Coger la energía del mundo y tomarla de mí. Todo eso es el trabajo de ir hacia el infinito y volver.
Continuará...
Fragmentos extraídos de la obra “Psicomagia”, de Alejandro Jodorowsky
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