sábado, 13 de diciembre de 2014

Estudiantes Y Discípulos

El zen no tiene estudiantes. El zen carece de teorías, y por lo tanto, no puede tener estudiantes, ni profesores. Sí, cuenta con maestros y discípulos. Un maestro no es un profesor, recuérdalo. El trabajo de un maestro es exactamente el contrario que el del profesor. El profesor te enseña, te hace aprender muchas cosas. El maestro te ayuda a desaprender. El maestro es el antídoto del profesor. En el diccionario hallarás que quiere decir lo mismo, pero recuerda que, al menos en el mundo del zen, no son lo mismo.

Soy un maestro, no soy un profesor, y quienes están realmente aquí no son estudiantes, sino discípulos. ¿Cuál es la diferencia entre un estudiante y un discípulo? El estudiante quiere saber más, aprender más. El estudiante quiere convertirse en erudito, anhela el Árbol del Conocimiento. El estudiante quiere comerse todas las manzanas posibles. El estudiante está en un viaje egoico. Es curioso, inquisitivo, pero no está listo para ser transformado.

El discípulo es un fenómeno distinto. El discípulo no anhela conocimiento; quiere ver, no saber. Quiere ser. Ha dejado de estar interesado en acumular conocimiento, y lo que quiere es tener más ser. Su dirección es completamente distinta. Si para tener más debe deshacerse de todo su conocimiento, está listo. Está preparado para sacrificarlo todo.

El discípulo no es un acaparador; el estudiante sí lo es. Y claro, cuando acaparas, lo guardas todo en la memoria. La memoria no deja de crecer en la mente de un estudiante, pero no es su consciencia. En el interior de un discípulo, la memoria empieza a desaparecer poco a poco. Ha dejado de cargar con el peso del pasado. Sólo sabe lo esencial. Su conocimiento es utilitario. Pero su consciencia empieza a crecer. Su energía se traslada de la memoria a la consciencia.

Esa es la gran diferencia entre un estudiante y un discípulo. El estudiante quiere saber acerca de; todo su esfuerzo está dirigido a pensar mejor. El discípulo quiere ser; todo su esfuerzo está dirigido a cómo ser, a cómo regresar a casa, a cómo volver a recuperar esos ojos infantiles, a cómo renacer.

Osho


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