lunes, 22 de diciembre de 2014

La Víbora De Nicanor Parra


Stella Díaz Varín, poetisa nacional de la Generación del 50, nunca pensó en definir al arte poético ya que según sus propias palabras; “Es algo absolutamente fuera de mí. Existen instantes poéticos en los que tú existes, pero no se puede decir nada más, porque la poesía trasciende a todo. Tampoco sé lo que siento cuando escribo, porque me encuentro totalmente ida”.

Stella Díaz Varín, sin siquiera anhelarlo, bajo la intriga de su esencia volcánica y el paso de su fragancia, inmortalizada por su figura pictórica, logró enamorar a dos poetas a su paso. El primero de ellos, un Antipoeta y el segundo un Psicomago, y esta es su historia.
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“Al día siguiente dejé pasar las horas, sin que ninguna de ellas me importara. Inmóvil iba yo avanzando a través de un tiempo plano, gris, un túnel vacío dónde al final brillaba como una esplendorosa joya la ansiada medianoche. Llegué al café Iris a las doce en punto, trayendo escondido en el pecho el títere de Nicanor Parra. Regalo para Stella... pero mi amada aún no había llegado. Pedí una cerveza. A las doce y media pedí otra. A la una, otra; a la una y media, otra; a las dos, otra y otra a las dos y media. Ebrio y triste la vi entrar, ufana, acompañada por un hombre más bajo que ella, con cara de boxeador y expresión socarrona común a esos rotos descendientes de soldado español e india violada.

Lanzándome una mirada desafiante se sentó con, supuse, su amante, frente a mí. Ella y él satisfechos, sonreían. Me puse furioso. Metí mi mano bajo el chaleco, extraje el muñeco y lo lancé en la mesa. -¡Que este Nicanor Parra sea tu maestro! Merecerías andar con un poeta de esa dimensión y no envilecerte con piojentos como el que ahora te acompaña. Si lees su genial poema La Víbora encontrarás tu retrato. Adiós para siempre-. Y dando tropezones, enredándome en las patas de las sillas, busqué la salida. Stella corrió detrás de mí y me devolvió a la mesa. Creí que el boxeador insultado iba a darme puñetazos, pero no. Con una sonrisa me tendió la mano y me dijo: Te agradezco lo que has dicho. Soy Nicanor Parra y la mujer que me inspiró a escribir el poema “La Víbora”, es Stella. “Frente a esa extravagante y hermosa mujer me quedé mudo”.

Alejandro Jodorowsky, en “La danza de la realidad”
Imagen: Stella Díaz Varín

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