Aquí el amor entra en acción total en el mundo. Se tiñe de humanismo, de generosidad. Es el descubrimiento del poder de la bondad, de la fuerza del amor consciente que consiste en alegrarse de la existencia del otro. Uno puede dar sin contar, poner en práctica una cadena de caridad, emprender una acción humanitaria. Unido al amor universal, sin descuidar por ello la vida cotidiana, hace suya la divisa: “Nada para mí que no sea para los demás”. Los aspectos negativos de esta carta pueden remitirnos a la imposibilidad de ser feliz debido a las desgracias del mundo, la agresividad, la tendencia compulsiva a ayudar a quienes no nos han pedido nada. También puede ser una persona que ve solo su propio interés, o un misántropo amargado.
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Imagen: Manny Godar
@alejodorowsky en Twitter
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