Acompañando a sus órdenes o prohibiciones, los padres graban palabras en la memoria de sus hijos que actúan más tarde como predicciones; el cerebro tiene tendencia a realizarlas. Por ejemplo: «Si te acaricias el sexo, cuando seas mayor serás una prostituta», «Si no practicas el mismo oficio que tu padre y tu abuelo, morirás de hambre», «Si no eres obediente, cuando seas grande te meterán en la cárcel»... Estas predicciones, al llegar a la edad adulta, se convierten en una amenaza angustiosa. La mejor manera de liberarse de ellas, como el lector verá al leer las recetas, es realizarlas en forma metafórica. Es decir, en lugar de rehuir la amenaza, entregarse a ella.
2. Debe hacer algo que nunca ha hecho.
La familia, en complicidad con la sociedad y la cultura, nos crea innumerables hábitos: comemos un mismo tipo de alimentos, tenemos un número limitado de preceptos, ideas, sentimientos, gestos y acciones. Nos rodean las mismas cosas. Para sanar hay que cambiar de punto de vista acerca de uno mismo. El Yo que padece la enfermedad tiene menos edad que nosotros: es una construcción mental presa en el pasado. Al liberarnos del círculo vicioso de nuestros hábitos, descubrimos una personalidad más auténtica y, por lo mismo, sana. Carlos Castaneda hizo que un gran director de empresas, discípulo suyo, se vistiera pobremente y vendiera periódicos en las calles de su ciudad. El ocultista G. I. Gurdjieff exigió a un alumno, fumador empedernido, que dejara el tabaco. Hasta que así no lo hiciera, le prohibió venir a verlo. El alumno luchó durante cuatro años contra su hábito, cuando logró vencerlo, muy orgulloso de su hazaña, se presentó frente al Maestro. «¡Ya dejé de fumar!», Gurdjieff le respondió: «¡Ahora fuma!».
La antigua magia negra empleaba amuletos confeccionados con productos repugnantes (materias fecales, miembros de cadáveres humanos, venenos de animales), considerando todo ingrediente impuro –es decir, inusitado– de una segura eficacia. Por esto, los consejos de psicomagia incluyen a veces materias que son consideradas sucias o promiscuas por la mayoría.
3. Debe comprender que cuanto más difícil le sea realizar el acto, más beneficios obtendrá de él.
Para sanar o solucionar un problema se necesita una férrea voluntad. No poder hacer lo que deseamos ni poder no hacer lo que no deseamos, nos provoca una falta de autoestima profunda, causa de depresiones y enfermedades graves. El luchar incansablemente por lograr una meta que parece imposible desarrolla nuestra energía vital. Esto lo comprendieron muy bien los hechiceros medievales, creando recetarios que proponían actos imposibles de realizar, como por ejemplo un método para hacerse invisible. «Ponga a hervir un caldero de agua bendita con leña de vides blancas. Sumerja dentro un gato negro vivo, dejándolo cocer hasta que los huesos se aparten de la
carne. Extraiga esos huesos con una estola de obispo y colóquese delante de una lámina de plata bruñida. Métase hueso tras hueso del gato escaldado en la boca, hasta que su imagen desaparezca del espejo de plata.» O bien un filtro para seducir a un hombre: «En un vaso modelado a mano con el barro que ha excavado el hocico de un jabalí, mezcle sangre de perro con sangre de gato más su sangre menstrual, agregue una perla molida y dele de beber a su amado diez gotas de este brebaje disueltas en una copa de vino». En el primer consejo, podríamos pensar que quizás no se habla de invisibilidad material, sino que quien debe hacerse transparente es el yo individual del aspirante a brujo. Después de tanto empeño en realizar algo tan cruel y difícil, se esfuma la personalidad individual y aparece el ser esencial, que es por esencia impersonal. En el segundo consejo cabe imaginar que si la bruja, por amor a un hombre, logra encontrar barro removido por un jabalí, asesinar a un perro, a un gato, y sacrificar dinero haciendo polvo una perla, despierta en ella tal seguridad en sí misma que se hace capaz de seducir a un ciego sordomudo. Ciertas curaciones en lugares lejanos declarados milagrosos son en gran parte debidas al largo y costoso viaje que debe hacer el enfermo para llegar a ellos.
4. Debe siempre terminar el acto en una forma positiva.
Agregar mal al mal no cambia nada. En las prácticas del régimen kosher hebreo, cuando los instrumentos que están en contacto con productos lácteos entran en contacto con la carne de un animal, haciéndose impuros, se cava un hoyo en la tierra y se los entierra cierto número de días; al cabo de ese tiempo son extraídos: la tierra los ha purificado... Inspirado en esto, muchas veces he recomendado enterrar objetos, ropa, fotografías, que han servido para liberar viejos sufrimientos, pero siempre he pedido que en el sitio donde se han depositado las cosas «impuras» se plante un arbolito o una mata floral. Si recomiendo a un consultante dejar salir su rabia tantos años acumulada contra alguien despedazando su fotografía, o pateando una tumba, o por medio de una confrontación escrita, etc., recomiendo que unte la fotografía con mermelada de rosas, escriba en la tumba con miel la palabra amor, le envíe a la persona a quien le pide la reparación un ramo de flores, o una caja de bombones, o una botella de licor. El acto psicomágico debe ser transformador: el sufrimiento dando origen a un final amable. El odio es un
amor que no ha logrado ser correspondido. Al leer estos consejos el consultante puede pensar que es imposible realizarlos porque habrá testigos molestos o circunstancias negativas. He constatado que, cuando se comienza un acto psicomágico, se produce una misteriosa relación entre el intento individual y el mundo exterior. El lugar que se
temía iba a estar invadido de curiosos de pronto, en el momento de la acción, se encuentra solitario. Lo que parecía imposible de encontrar, nos lo ofrece un vecino, etc.
Alejandro Jodorowsky
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Imagen: Fernando Halcón
Montaje de Imagen: Manny Jaef
@alejodorowsky en Twitter
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