Sin embargo, este aspecto no es ninguna crítica negativa hacia la obra de Jodorowsky. Más bien, resulta ser la constatación de algo premeditado por el realizador, quien siempre ha destacado el valor que existe en el encuentro entre opuestos, resultando de ello una ambivalencia beneficiosa para la expansión de la mente. «[Lo] aparentemente confuso, inconexo o dislocado, es en el fondo un plan artístico perfectamente trazado en el que el artista cultiva su arte y siembra semillas en su inconsciente que luego germinan como símbolos en sus fotogramas, mediante una suerte de sincretismo simbólico cinematográfico» (p. 84).
Una discrepancia entre conceptos que ha tomado de su propia vida, repleta de aparentes paradojas, pero que no hacen sino confirmar su apuesta por una vía divergente del pensamiento racionalista, actualizando en su cine el pensamiento barroco cartesiano y calderoniano: «No existe absolutamente nada a lo que se le pueda llamar realidad concreta. Eso es mentira. No existe la realidad. Todo lo que nos rodea ahora habrá desaparecido en un plazo de cincuenta años. Por tanto, lo que nos rodea no es más que una ilusión, es como un sueño, porque está mutando constantemente, en cada segundo. Y lo que algunos llaman realidad concreta tiene los mismos principios de construcción que los sueños. No existe diferencia alguna entre los sueños y la realidad. ¿Cuándo es que realmente salimos de un estado de ilusión y de sueño? Realmente nunca salimos de los sueños, y es ese estado el que pretendo mostrar en mis películas, incluso en las peores» («Alejandro Jodorowsky: el sueño de la vanguardia perpetua» —2004—)» (p. 86).
Jodorowsky huye de cualquier definición, pues para él esto acabaría por encorsetar su actividad a través de molestas etiquetas (p. 37). «Liberado de toda atadura o condicionamiento apriorístico, más allá de la imaginación simbólica de su autor, el cine de Jodorowsky es cine en libertad creadora» (p. 40). Es el arte de la ensoñación, sin limitaciones ni autocensuras (p. 75), pero, sobre todo, es una de las máximas aplicaciones del concepto de libertad de expresión —como destacó el crítico mexicano Emilio García Riera (p. 229)—, haciendo de Jodorowsky un adalid de la suprema necesidad de expresarse libre de elementos restrictivos, acudiendo a todos aquellos elementos necesarios para la manifestación total del pensamiento.
La obra de Diego Moldes no ha sido puramente un trabajo de investigación, sino más bien un viaje iniciático hacia el descubrimiento de una personalidad fascinante de la segunda mitad del siglo XX y parte del XXI. Un personaje fundamental para comprender los movimientos de la post-vanguardia, sí. Pero sobre todo, y lo que es más importante, para comprendernos a nosotros mismos en nuestra dimensión simbólica.
Por Israel de Francisco
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“El cine mudo le hablaba al alma. El cine actual es un monstruo mudo”.
— Alejandro Jodorowsky
Diálogos vía Twitter
Preguntan a Alejandro Jodorowsky en Twitter:
- @YosoyLuisNunez: Quiero ser director de cine, ¿qué consejo me das? Tomando en cuenta que pienso vivir de ello.
Respuesta: Si piensas vivir del cine, en lugar de hacer cine harás mierda industrial.
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- @NativiteAlonso: Pero Ale, grandes directores como David Lynch viven del cine y no creo que él sea una mierda industrial.Alejandro Jodorowsky: David Lynch no vive del cine. Si viviera del cine no hubiera abierto un cabaret en París.
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- @luchospin: ¿Se puede conciliar esa dilema, vivir del cine y no hacer “mierda industrial”? ¿Es válido hoy satanizar la industria cultural?Respuesta: Haces cine como un ARTISTA, no como un NEGOCIANTE. Y humildemente, si Dios te envía dinero que no le pediste, abre tu bolsillo.
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Imagen: The Peanut Gallery
Montaje de Imagen: Manny Jaef
@alejodorowsky en Twitter
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A Propósito Del Cine De Alejandro Jodorowsky...
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