jueves, 11 de septiembre de 2014

Chistes Para Niños (Segunda Parte)

Un hombre está siendo juzgado por robo y llaman a uno de los testigos para que declare: 
-Póngase de pie el testigo y diga a los señores del jurado lo que sepa. 
-Pues, señor juez, sé conducir, algo de matemáticas y un poco de mecánica. 

En lugar de ver a los otros, algunos sólo se ven a sí mismos. Ingenuamente creen que son el corazón de la realidad. A veces se atribuyen las virtudes colectivas como si fueran de mérito propio; otras, se refieren a los vicios del mundo como si esas imperfecciones fueran el resultado de un error personal. Allí donde van quieren ser los protagonistas y convertir a los otros en su público. Al final terminan en la más estéril soledad. 

El dueño de un circo se dirige molesto al domador: 
-¡Eres un sinvergüenza! Cuando trajiste este perro me dijiste que sabía leer... 
-y así es, señor: sabe leer. 
-¡Mentiroso! Quiero escucharlo leyendo algo... 
-No, señor, yo le dije que sabía leer, jamás le dije que supiera hablar. 

El secreto es indecible. Las palabras son el vehículo, pero no la meta. La Verdad no es algo que se dice sino algo que se vive, más allá de cualquier concepto. Las palabras permiten que el hombre se convierta en un sabio. Pero en el momento en que es sabio, sus palabras se esfuman. 

-¡Arriba las manos! Dame todo lo que lleves. 
-¡Uf, no llevo encima ni un céntimo!, estoy en la miseria. 
-Yo también, te estoy apuntando con mi dedo. 

El que domina y el que es dominado están en la misma precaria situación: un bajo nivel de Consciencia. Los que no abandonan su continuo monólogo interior, actuando al mismo tiempo que se ven actuar, hablando sólo para escucharse, encerrados en una estrecha parcela de su mente, sordos y ciegos ante la infinita extensión de su Yo esencial y creyendo que sólo son lo que piensan, viven en la miseria espiritual. 

Dos niños comentan sobre sus padres. 
-Mi papá sólo cuenta hasta 10 y ya no puede seguir... 
-¡Uf, qué vergüenza que sólo cuente hasta 10! 
-Y gana mucho dinero contando sólo hasta 10. 
-¿A qué se dedica? 
-Es árbitro de boxeo. 

Es recomendable no opinar ni actuar contra alguien sin antes conocer todos los datos. 

Un señor que necesitaba dinero para comer acepta pelear contra un boxeador profesional. Al subir al cuadrilátero, el árbitro le entrega cien mil euros y le dice: 
-Toma, aquí tienes los cien mil euros que te ofrecieron por pelear contra el campeón... 
-Me va a pegar mucho, ¿verdad? 
-¡Hasta que devuelvas los cien mil euros! 

Como un burro al que le ponen delante una zanahoria para que avance, a veces un Maestro nos ofrece una ilusión que tiempo después, gracias a una expansión de nuestra Consciencia, se esfuma... Aceptando que después de la muerte, si nos hemos creado una Consciencia esencial, nos espera otra forma de vida, aprendemos a morir en paz. 

-Tengo un perrito extraordinario: cuando quiere canta como Frank Sinatra. 
-¿En serio? 
-Sí, lo malo es que nunca quiere. 

Un valor que no se prueba en la acción, es falso. Algunas personas creen que tienen un gran talento y se proponen producir una obra perfecta. Pero, por miedo a no estar a la altura del proyecto, se paralizan, todo queda en la intención y acaban rehuyendo su realización. Pero si cambiaran el concepto «perfección» por el de «excelente», podrían salir del estancamiento. Una obra perfecta no admite un error por mínimo que éste sea, lo cual para el ser humano es imposible. Proponerse lo excelente es hacer lo que se debe hacer lo mejor posible.

Un niño llega de la calle con una bolsa llena de caramelos, se encierra en su habitación y los engulle. Su hermanita entra y le dice: 
-Egoísta, te has comido todos los caramelos y ni siquiera pensaste en mí. 
-Claro que pensé en ti, por eso me los comí tan rápido. 

Por miedo a ofrecer, como si se tratase de un sacrificio sagrado, nuestro Yo personal a la Consciencia universal, consumimos nuestra vida rápidamente. Para no salir de la cárcel individual, nos intoxicamos con drogas, alcohol, tabaco, trabajo, sexo, basura televisiva, modas, notoriedad o sórdida vida social. En el arcano XII (El Colgado) del Tarot de Marsella, se representa a un andrógino colgado de un pie entre dos árboles y que simboliza el don de sí mismo, un estado de meditación en el que cesa toda petición. En algunas versiones, de sus bolsillos caen monedas de oro, porque al dejar de apropiarse de sus múltiples egos (como el niño de sus caramelos), se hace canal de riquezas cósmicas. No piensa, es pensado. No ama, transmite el amor. No desea, obedece los designios universales. Recibe sin cesar el don, lo agradece y lo transmite. Nada hay para él que no sea también para los otros. Pero lo que da, se lo da también a sí mismo. Si no nos amamos, no podemos amar a nadie y en vez de dar, reclamamos. 

En cierta ocasión una cebolla se topó con un sauce llorón. Horrorizada, le dijo: 
-¡Oh! ¡Espero no haber tenido yo la culpa! 

Muchas veces creemos haber provocado un acontecimiento, a pesar de que éste no tenga nada que ver con nosotros. Nos decimos: «Es por mi culpa lo que está sucediendo» o «Yo tuve la culpa de que esta persona fracasara, o muriera». 

Todo acontecimiento tiene infinitas causas. Nadie, ni el peor de los criminales, es la única causa de un efecto. Cometemos un error al transformar lo colectivo, lo de los otros, en algo personal. Nos echamos sobre los hombros tanto las debilidades y los vicios sociales -creyendo ser culpables de ellos- como las virtudes colectivas, pensando que son un mérito propio. Todo sentimiento de grandeza o de inferioridad, es ilusorio. Quien lo padece busca un público que lo alabe o lo juzgue. El ser plenamente consciente no se compara. Rehuyendo imponerse en la sociedad para lograr prestigio, queriendo desarrollar su Consciencia esencial, guarda en su jardín secreto los valores adquiridos. Rechazando que lo definan -«Eres esto o aquello»-, acepta ser conocido solamente por sus obras y actos. 


∼✻∼
Consejos de Alejandro Jodorowsky, en Cabaret Místico” 

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