“Por delicadeza, yo perdí mi vida”. Rimbaud.
— Alejandro Jodorowsky
Tu camino ha sido bien variado y siempre ligado al arte. Tenías veinte años cuando te fuiste a París y cuentas en tus memorias que lo primero que hiciste fue llamar a Breton. ¿Por qué te cayó mal?
No me cayó mal. Lo que ocurrió fue que lo llamé a las tres de la mañana y le pedí que me recibiera porque yo venía a salvar al surrealismo. Y no me recibió. Entonces le dije: “Usted no es surrealista”, y lo mandé al cuerno.
Pensabas que entre surrealistas no puede haber formalidades horarias...
No puede, ni debe. Él debió tener la intuición de qué yo era yo, y debió haber recibido al joven que era capaz de llamar para decirle que venía a salvar al surrealismo, pero prefirió quedarse durmiendo como un cerdito. Si a mí me hacen una cosa así, yo recibo a esa persona. Una vez en México un señor me tocó la ventana a las cuatro de la mañana: “¿Qué quieres?”, le pregunté. Me contestó: “Soy Rimbaud y te vengo a ver”. “Pasa”, le dije yo.
¿Y era Carlos Castaneda?
No, era un gordito que estaba poseído por Rimbaud. Me recitó durante una hora Una temporada en el infierno y después se fue. Nunca más lo volví a ver.
Pero después te reconciliaste con Breton. Él te habló del tarot de Marsella y eso te abrió todo un campo de investigación, ¿por qué le creíste?
Porque era un gran conocedor de los valores artísticos y poéticos de otros. Cuando Kafka no era reconocido, él lo puso de precursor. Lo mismo hizo con Nietzsche y Lautréamont. Él los rescató. Pero te diría muy sinceramente que el arte ha sido muy importante, pero en lo que más he estado ha sido en la búsqueda de desarrollar mi conciencia.
En tu trayecto, después de París, México también fue muy importante. ¿Qué encontraste ahí?
Encontré el lenguaje español. Yo quería hacer teatro y cine, y no me salía hacerlo en francés. Encontré una cultura muy rica, la precolombina, de profundidades enormes, que me hacían respirar de la decadencia de Europa. Entonces llegué como un ovni, me quedé en México y me puse en guerra contra el país yo solito. Hice cien obras de teatro, hice escándalo y miles de cosas.
Claro, en una de tus performances te tomaste la sangre de dos de tus novias.
Pero no se las pedí. Fue un momento catártico y ellas me la pasaron. Lo pedí, me la pasaron. Eso es simplemente vivir tu talento. La gente nace con talento o no nace con talento.
¿Y qué es el talento?
Es la capacidad de crear sin ponerse trabas ni dudas. Si hay una persona que está temblando años y preguntándose “¿hago o no hago?”, no tiene talento.
Extracto de una entrevista a Alejandro Jodorowsky en el 2012
Imagen: Retrato Arthur Rimbaud by Perico Pastor
No hay comentarios:
Publicar un comentario