“El deseo de luz produce luz. Cada esfuerzo añade un poco más de oro a un tesoro que nada en el mundo puede sustraer”. Simone Weil.
— Alejandro Jodorowsky
La comunicación con nuestro espíritu se vuelve primordial, en nuestra batalla diaria de “ser”, en una sociedad que prima el tener. Nos bombardean continuamente para hacernos creer que la felicidad se encuentra fuera de nosotros, que el “tener” nos da felicidad, encumbrando nuestro ego cada día para que no nos fijemos en lo importante, en lo verdadero, sino en lo superficial.
Cuando el guerrero decide luchar, lo hace por convicción, porque cree en sí mismo, porque ha entendido que el poder del espíritu es lo que realmente importa, porque sabe quién es, lo que inspira es algo que está dentro de él, se sintoniza con lo más profundo de su ser, y de ahí nace su verdad. Al comunicarnos desde nuestro ser, somos capaces de alentar nuestra propia luz y ponerla al servicio de los demás. Cuando canalizamos nuestras emociones desde nuestro espíritu y corazón estamos más cerca de la luz, nuestra espada se vuelve verdad y nos permite sintonizarnos con nuestro propósito.
La inspiración surge cuando nos sintonizamos con lo que somos, cuando aceptamos nuestros dones, cuando dejamos que nuestro corazón nos aliente a tener el valor necesario para transgredir los límites del ego, es en ese instante cuando canalizamos lo que somos, mostrando una Fe renacida en nosotros, sintiéndonos seguros de nosotros mismos, sin dudas... Lo único que nos deberemos cuestionar si el rumbo que hemos tomado, acoge espíritu, verdad y corazón.
Cuando reconocemos la verdad de nuestro camino interior nos sintonizamos con lo sobrenatural, canalizando la información necesaria para que comuniquemos desde el corazón que somos guerreros de luz. Al tomar decisiones desde la libertad y sincronizarnos con nuestro rumbo, nos alineamos con el aquí y ahora, permitimos que surja la purificación de nuestro espíritu y en ese momento es cuando estamos preparados para cualquier batalla.
El aliento que surge del corazón, destierra al miedo de nuestro camino, relegando al ego a servir a nuestra alma y no al revés. Porque el ego cree que es sabio, pero el alma acumula mucha más sabiduría y muchas más vidas de experiencias. Así que atiende a lo que tu espíritu te cuenta y ten Fe que esa es tu verdad. El Ego no deja de ser un actor, que hace muy bien su papel, en nuestro proceso de aprendizaje hacia la divinidad que todos debemos despertar en nuestro interior, aquí y ahora.
Publicado por Daniel Pellicer de Carli
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