lunes, 10 de agosto de 2015

Somos Dirigidos Por Una Fuerza Inimaginable, Indestructible


Una vieja bienintencionada encuentra un día un águila que, vencida por el cansancio, reposa en el alféizar de su ventana. «¡Qué pájaro tan raro y tan feo! -piensa-. No se parece a ningún ave que yo haya visto antes.» Tiene piedad del extraño animal. Lo atrapa, le corta las plumas de la cabeza, después le lima el pico curvo hasta hacerlo recto, y por fin le recorta las alas porque le parecen demasiado largas. Le devuelve la libertad diciéndole: «Ahora sí que eres normal: pareces una paloma».

Si echamos una mirada a las circunstancias que nos llevaron al milagro, comprenderemos que fuimos dirigidos por una fuerza inimaginable. Esto se hace evidente en el encuentro pasional entre un hombre y una mujer -o entre dos hombres o dos mujeres-, que casi siempre es milagroso.
La mítica cantante de tangos Libertad Lamarque, hija de obreros, conquistó la gloria acompañada de un amante brutal. Un día, cansada de recibir sus golpes, se arrojó por la ventana de su apartamento. Descendió cuatro pisos para caer sobre un hombre que pasaba casualmente por allí. Acompañó al aplastado en la ambulancia y permaneció en el hospital hasta que éste recobró el conocimiento. Lo siguió visitando durante su convalecencia. Se casaron y fueron, hasta donde es posible en este convulso mundo, felices.
La llave que abre las puertas blindadas del amor puede ser cualquier cosa, incluso un hueso.

Alejandro Jodorowsky
Ilustración: Kellye 

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