miércoles, 14 de octubre de 2015

La Terapia Del Cuento


La esencia del cuento es el efecto que nosotros experimentamos al acto de concretar nuestros sueños.

Los niños y niñas de mi generación, crecimos escuchando y leyendo cuentos a través de discos y libros que eran como puertas que se abrían para mostrarnos la belleza de aquellas historias y relatos fantásticos, puertas a las que nos hubiera gustado acceder de la mano de nuestros padres o abuelos. Leyendas, mitos, heroínas y héroes antiguos, brujos, brujas, chamanes, hechiceros, mohanes, hadas, todos ellos se derramaban a raudales sobre nuestra almohada compañera de infancia, ayudante a la hora de conciliar el sueño, pero poco a poco sin darnos cuenta fuimos perdiendo esa magia por el llamado del hacer adulto y olvidamos aquellas preguntas que nunca nos fueron contestadas, como el hecho de que esos relatos no estaban destinados para hacer dormir, sino que tenían un único fin: despertar las conciencias de esos niños y niñas, futuros forjadores de un nuevo despertar.

Hoy quiero compartir con ustedes, que la esencia del cuento es el efecto que nosotros experimentamos al acto de concretar nuestros sueños, es decir, a través del nexo con los impedimentos que nos ha otorgado el don de acceder a elementos que nunca imaginamos que pudieran habitar en nuestro interior, los cuales de forma repentina nos conducen al cambio que deseamos, realmente el cuento es con nosotros mismos, pues a través de él nos autoexploramos, este viaje resulta ser sorprendente además de curativo, ayuda y regenera la electricidad de nuestro cerebro, pone en movimiento neuronas que no han dado su 100%, despierta la bella durmiente creativa que está bajo el sueño hechizante de aquella hada madrina ofendida y que puso en movimiento los miedos, sosteniéndola en los brazos de la inconsciencia.

Ya expertos como psicólogos, profesores de literatura, grandes cuenteros, han retomado los relatos clásicos para aportar beneficios a la condición humana, cito en especial a los señores Edouard Brasey y Jean Pascal Debailleul, los cuales ponen en escena símbolos míticos que a mi parecer también se encuentran implícitos en los arquetipos de nuestro inconsciente, ellos aluden a personajes clásicos que acuden a nuestro autoconocimiento, ellos son: el rey, el héroe y el hada, comenzando por el rey cuya labor o misión es mantener su reino en perfecto orden, administrar justicia, inteligencia y sabiduría, pero como todo reino no permanece estable, las influencias anárquicas siempre envidian todo lo que está en armonía, desestabilizando el orden creado, entonces es aquí donde debe intervenir el héroe, quien recurrirá a su conocimiento interior y al poder del universo, dando cara a los obstáculos, armado con las virtudes que le corresponden, escenifica la virtud de la decisión.

Con estos elementos dicho héroe pone en jaque defectos que impiden su objetivo, pero para lograr su meta necesita de la ayuda del hada, quien otorga a éste dones mágicos, aun cuando debe prometer total entrega al servicio del amor, entrega auténtica a su causa sin condiciones, es decir, enamorarse del cambio que necesita el reino para recuperar el orden perdido.

No en vano muchos educadores siguen los pasos de los precursores del “Taller de cuentos”, lo mismo que a Alejandro Jodorowsky con su terapia del inconsciente.

El cuento ayuda a adquirir sabiduría y madurez, ya muchos sicólogos y neurológos alrededor del mundo entero han estudiado su eficacia en la educación durante la infancia. El cuento ayuda a los niños y niñas a superar traumas y dificultades, lo mismo que las angustias, por tal razón los expertos recomiendan leerles a los infantes un cuento durante por lo menos veinte minutos diarios.

Carmen Larrazabal   

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