jueves, 7 de mayo de 2015

Las Reliquias

El santo murió pero no se pudrió. Le cortaron un pie, la lengua, le extirparon el páncreas y algún hueso, después enviaron estas reliquias a distintos templos. El cadáver se puso a sollozar incansablemente. El llanto se volvió tan fuerte que hizo inaudibles los sermones y las misas. Tuvieron que ir de iglesia en iglesia a recuperar los trozos. Lo que provocó verdaderas batallas, los fieles rehusaban devolver esos restos venerados. En medio de una gresca, el páncreas cayó al suelo donde los perros lo devoraron. Imposible desde ese momento completar el incorruptible cadáver. Así mutilado, continuó lamentándose. Lo amordazaron, pero la intensidad de sus murmullos hizo temblar los muros. Acabaron por vestirse de diablo y le situaron a la entrada del templo, encadenado bajo los pies dominadores de una Virgen de piedra. Al entrar, los creyentes le lanzaban juramentos y desperdicios.

Alejandro Jodorowsky
Cuento ilustrado por Boucq


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