martes, 1 de septiembre de 2015

¿Cuál Es Tu Verdadera Realidad?


La inquilina de un gran inmueble va a la clínica a visitar a la conserje del edificio, que acaba de parir.
-Si me lo permite -dice asombrada la inquilina- le voy a hacer una pregunta indiscreta: es usted soltera ¿verdad?
-En efecto -responde la conserje.
-¿Y quién es el feliz papá de este nene?
-Sobre eso -contesta la conserje- no sé nada en absoluto. ¡Usted sabe perfectamente, que, cuando limpio las escaleras, estoy demasiado ocupada como para darme la vuelta en cada ocasión.

Comparé este chiste con la historia del sabio idiota de Mulá Nasrudín, considerada por ciertos maestros sufíes como iniciativa:

Mulá Nasrudín, sentado en la sombra, mira el camino en tanto que su mujer, sentada a su lado pero vuelta de espaldas, mira hacia otro lado. De pronto, ella comenta a su marido:
-¡Cuánta belleza! Hay muchos pájaros y las nubes son maravillosas. ¡Es un paisaje espléndido!
-Te equivocas, como de costumbre. ¡Es un paisaje triste: por mi lado no hay nubes ni pájaros.
-gruñe Nasrudín.

El hombre no hace el menor esfuerzo por mirar hacia el lado de su mujer, se limita a ver su mundo. Del mismo modo, la conserje no presta ninguna atención de lo que ocurre a sus espaldas. Ambos se ocupan exclusivamente de su limitado punto de vista, y lo que sucede a su alrededor no les concierne. Sin embargo sufren las consecuencias de ello.
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Mensaje:

¿Cual es la dimensión del mundo de una conserje que limpia las escaleras y se encuentra encinta porque no se da la vuelta? ¿Cual es la dimensión de nuestro mundo? ¿Somos capaces de ver “la realidad” desde diferentes puntos de vista o nos enfrascamos en uno solo creyendo que los otros no existen? En esta sociedad donde hemos perdido el significado profundo de la tradición religiosa y donde Dios representa un complemento infantil que se nos inculca en nuestros primeros años de vida, ¿podemos describir a esa divinidad de la cual solemos hablar? ¿Como la vemos? ¿Que representa para nosotros? Al describir a Dios no hago otra cosa que describir mi realidad. Si Dios existe en alguna parte, está aquí. Si el infierno existe, también esta aquí. Todo lo que no está aquí, no está en ninguna parte. Todo lo que es, solo existe en este instante. Entonces, ¡si en este instante todo está presente, debo sentir lo que es el instante para mí, con su tiempo, su espacio, y su posible creador! Si Dios no existe, debo inventarlo. Y si soy capaz de ello, ¿en qué principio se basa mi realidad? ¿Cual es la energía que la rige y qué consecuencias extraigo de ello?

Nos dan ganas de preguntar a la conserje del chiste:
“¿Quién es el bebé que llevas en el vientre? De una u otra manera te vas a encontrar con que estás encinta de un producto del que no percibes toda la realidad, con que no te das la vuelta, con que no concibes lo que el otro piensa. Tú no imaginas casi nada, ni los millones de millones de años del pasado ni los millones de millones de años del futuro, ni la extensión infinita de la materia ni la Conciencia sin límites que ésta encierra. ¿Dónde te sitúas? ¿Cual es tu verdadera realidad? ¿Y si llamaras a tu bebe Dios interior?”

El primer paso que debemos dar para ampliar nuestra mirada hasta más allá de todos los horizontes, es inventar al Dios interior; un Dios que es diferente de aquel otro, ubicado en los cielos, impensable, inalcanzable, descrito por Michel Onfray en su tratado de ateología:

“Mortales, limitados, padeciendo sus obligaciones, los humanos, obsesionados por la completez, inventan una potencia dotada exactamente de sus cualidades opuestas: con sus defectos volteados como los dedos de un guante, fabrican cualidades ante las cuales se arrodillan y luego se prosternan. ¿Soy mortal? Dios es inmortal. ¿Soy finito? Dios es infinito. ¿Soy limitado? Dios es ilimitado. ¿No lo sé todo? Dios es omnisciente. ¿No lo puedo todo? Dios es omnipotente. ¿No soy ubicuo? Dios es omnipresente. ¿He sido creado? Dios es increado. ¿Soy débil? Dios es todopoderoso. ¿Estoy en la Tierra? Dios está en el cielo. ¿Soy imperfecto? Dios es perfecto. ¿No soy nada? Dios es todo. Etcétera”.

Alejandro Jodorowsky, en “Cabaret místico”

Ilustración: João Vaz de Carvalho
Artículo tomado del blog de Lina Muses 

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