domingo, 20 de septiembre de 2015

El Enfado Crónico


“Si quieres provocar un incendio, gritar ¡Fuego! puede quemarte la boca”.
— Alejandro Jodorowsky 

En ocasiones el mal humor no es asunto de un rato, sino que se extiende por semanas, meses o años. A veces lo inusual no es que tengamos esos incendios repentinos en nuestro carácter, sino la serenidad. El enfado se va convirtiendo en nuestra manera “normal” de ser ante la vida. Todo nos molesta; nos volvemos intratables y salirnos de quicio es la nota predominante.
En este caso el enfado no está dirigido contra una persona o una situación en particular. Simplemente se siente todo el tiempo y se experimenta como intolerancia, fastidio, hastío.
A su vez, se expresa por medio de las actitudes clásicas: gritar, permanecer inquieto y tenso, y tener siempre a mano un comentario de auto-descalificación o de crítica para los demás. Físicamente se manifiesta a través del ceño fruncido permanente, problemas digestivos y, muy probablemente, dificultades para dormir adecuadamente.
Si ese es tu caso, lo más probable es que no estés enojado con el mundo: en realidad, estás enojado/a contigo mismo.

Las razones que te han impulsado a enemistarte internamente con lo que eres, seguramente tienen que ver con los modelos mentales que manejas inconscientemente. Hay unos parámetros que has elegido para evaluarte, sin tener muy claro por qué, y que solo están sirviendo para reprobarte una y otra vez. También hay experiencias no resueltas en tu pasado. Por eso te enojas, pero no lo sabes.

El fuego y la llama

La ira es como un fuego interno que arde. Un elemento capaz de dar calor o de arrasar lo que encuentre a su paso. Esa ira indefinida es también una fuerza interna de la que no has logrado apropiarte. Puede ser el motor de grandes acciones, pero también la brasa donde se consuman los mejores momentos de tu vida.

Hay un asunto que está pendiente contigo mismo, no con los demás. Debes resolverlo y probablemente necesitarás ayuda para ello. ¿Qué esperas?

Adaptado de La Mente es Maravillosa 
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-¿Cómo no tener ganas de gritarle a este mundo tan competitivo que nos arrastra hacia la codicia?

Alejandro Jodorowsky: Gritamos que el viento nos lleva, cuando somos nosotros los que lo soplamos.

¿Por qué gritamos tanto?

Alejandro Jodorowsky: Dijo el poeta Bertoli: “Cuando uno le grita al otro es porque tiene el corazón lejos”.

Imagen: Fábula Pánica, Alejandro Jodorowsky (Noviembre 26, 1972)

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