martes, 2 de junio de 2015

Para Tu Colección De Alegorías: “La Caja De Las Palabras”


Zapatos, camisas, vestidos, si no son del talle adecuado, pueden quedarle grandes a una niña de cuerpo menudo que anda por los 4 o 5 años y que está empezando a hablar con soltura. También, y seguramente, pueden quedarle grandes algunos muebles: como ser una mesa, un armario, una butaca. ¿Puede, acaso, también, una palabra quedarle grande a una niña así? ¿Qué puede significar que una palabra le quede grande a un niño o a una niña?

Así comienza esta historia:

Cuando Ari le dijo a su madre: –Mamá, ¿qué es metáfora?, ella contestó: –Cariño, esa palabra aún te queda grande.

La niña acude entonces a su padre y repite la pregunta. El padre le contesta lo mismo, y agrega:

Hay palabras que tendrás que guardar hasta que estés preparada para saber su significado.

¿Y qué hacer, entonces, con el caos que emerge ante la pregunta de la niña? La madre sugiere: esperar, tener paciencia. El padre sugiere: guardar las palabras para después, y estar preparado. La niña, que tal vez entendió bien el asunto, actúa: se dispone a coleccionar. Ari busca una caja bonita para guardar dentro las palabras de las que no entiende el significado. He ahí la caja de las palabras. He ahí el motivo que subyace a cualquier coleccionista, esa actitud tan propia de la infancia y de los buenos conocedores.

La niña va a recorrer su mundo y, día a día, se encontrará con nuevas palabras que, tal parece, “le quedan grandes”:

Así las fue coleccionando, y crecieron cada día, y todas las guardaba como un tesoro: anónimo, batiburrillo, condensación, intríngulis, psicología, lar, onomatopeya, acrílico…, pero su preferida entre todas seguía siendo metáfora.

La caja de las palabras va cobrando la dimensión de una colección. Una colección en la que el único orden posible es el que la niña da a las palabras según su caprichosa intuición o según el halo mágico de las constelaciones que cada palabra dibuja, involuntariamente, en la memoria del caos que la niña adivina, registra y repara en su praxis de esperanza y paciencia.

Así irán las cosas hasta que llegue el momento en que, según sus padres, la niña esté preparada para acceder a un mundo previamente ordenado, un mundo en el que los significados queden ordenados de un modo unívoco, y donde a cada palabra le quepa un sentido correcto en el orden del discurso: el mundo del diccionario.

¿Qué sucede, ahí, cuando la niña descubre el diccionario, o sea, cuando descubre que hay otro orden distinto del de su colección? ¿Pierde acaso el encanto del juego? ¿Pierde la tensión dinámica de su praxis de coleccionista, praxis de esperanza y de paciencia adivinatoria? ¿Será que la espesura, la inmensidad, el sonido preferido de la palabra “metáfora” tendrá también un significado preciso, cristalizado en el orden del mundo heredado, el orden del mundo paterno, el orden de “los grandes”? ¿Cabe otra posibilidad?

¿Será que la curiosidad de Ari, su praxis de coleccionista con afán salvador, su tesón esperanzado en conocer el destino de las palabras más extrañas (ese mundo desconocido para ella, y que le queda grande), su capacidad de adivinar y construir nuevos significados a partir de los fragmentos rescatados, todo ello, se habrá de perder inexorablemente en la falsa completitud de un nuevo orden impuesto?

¿Será que acaso la niña de este cuento logre dar el paso que la lleva desde la actitud del coleccionista a la actitud del alegórico, conservando para sí un poco de cada una de esas dos actitudes cómplices? ¿Será que el significado de la palabra METÁFORA, su palabra preferida, va a tener para ella un destino congelado en el orden del diccionario del mundo adulto? ¿O, por el contrario, logrará Ari convertir esa palabra, con su fragmento de significado, en otra cosa, algo que trascienda acaso como una pieza singular en la cosmogonía única del saber adivinatorio de la infancia y del lenguaje más vivo de los que crecen día a día, los que crecen melancolía tras melancolía?

Del libro “La caja de las palabras” 
Texto: Mar Benegas
Ilustraciones: Eva Vázquez

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