En un sitio por mí ignorado algún día podrás regresar.
Entonces escucharás tu voz y lloraré como un niño
trepando las paredes de la casa abandonada.
Mujer, antes me acompañabas tú, ahora es la muerte.
Me dijiste: “La realidad se teje entre nuestras miradas”.
Aquellas largas trenzas que enrollabas en tu cuerpo
para dormir a mi lado como una piedra abierta.
Era tu substancia la piel donde mis manos se hundían.
Yo iba detrás de mis dedos convertido en estela.
Tu conciencia como una estrella quemaba mi máscara.
En el marco vacío de mi rostro hacía un nido la noche.
Allí en el centro surgía la luz de tu alma convertida en ojo.
Alejandro Jodorowsky
Artículo tomado del blog de Lina Muses
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