miércoles, 10 de septiembre de 2014

Chistes Para Niños (Primera Parte)

En México, los adultos tienen la buena costumbre de contar chistes a los niños. Estas modestas historias, superficiales, inocentes, pueden ocultar un contenido profundo. 
-¿Es verdad que tu papá está en la cárcel? 
-Sí, pero no sé por qué, pues es muy bueno: todo cuanto roba se lo lleva a mi mamá. 

Lo que es bueno para uno tiene que ser también bueno para todos. 

Dos campesinos van por la llanura cuando, de pronto, se les echa casi encima un toro bravo. Uno de ellos se sube rápidamente a un árbol. 
-¡Baja de ese árbol, cobarde¡ Ven y ayúdame con este toro. -No, porque si bajo, ¿quién te aplaude? 

Ser admirador de alguien y aplaudirlo no significa tener valores creativos. Para realizar algo hay que arriesgarse, enfrentando las derrotas y las críticas.

A la hora de servir, el camarero tropieza y la sopa cae sobre el cliente... 
-¡Torpe, mire lo que me hizo, me ha echado toda la sopa sobre el traje! 
-Toda no, señor, tengo más en la cocina. 

Mientras un individuo no sepa ponerse en el lugar del otro, su agresión no tendrá límites. La manera más útil de vencerlo no es increpándolo (como el cliente hace) sino proporcionándole los medios para que desarrolle su Consciencia. 

Llega un niño corriendo ante su padre y le dice: 
-¡Papá, ven! La abuelita y yo estábamos jugando a ver quién sacaba más el cuerpo por la ventana y... 
-¿Y qué pasó? 
-¡Ganó la abuelita! 

Hay quienes creen que su autodestrucción es un triunfo. 

-Oye, amigo, ¿cómo pudo casarse tu hermana con este señor tan feo, jorobado, tuerto y cojo? 
-Puedes hablar en voz alta porque, además, es sordo. 

Uno no está obligado a justificarse, puede tener tantos «defectos» como quiera. Más importante que lo que los otros piensen de uno es lo que uno piense de sí mismo. 

Un joven llega muy triste a la oficina diciendo: 
-Acabo de ver a mi novia con otro, ¡qué duro fue! 
-Debes de haber sufrido mucho, ¿verdad? 
-¡Muchísimo! Estuve siguiéndolos a lo largo de diez calles y me aprietan los zapatos. 

Cuando se siente dolor, por grande que éste sea, tarde o temprano hay que soltarlo, no podemos aferramos a él toda la vida. Quienes durante años siguen llorando a un muerto continúan matándolo. 

Después de examinar a un anciano, el médico le informa: -Pues debo decirle, señor, que usted vivirá hasta los ochenta años. -¿Hasta los ochenta? Pero si los cumplo hoy, doctor... 
-Ya lo sé, por eso se lo digo. 

Alegrémonos por el tiempo que el difunto vivió con nosotros. No suframos por el tiempo en que no estará con nosotros. 

Un hombre acostumbraba comer plátanos pero jamás les quitaba la piel. Un día le preguntaron: 
-¿Por qué no quitas la piel al plátano? 
-Porque ya sé cómo es por dentro. 

A veces, durante una terapia, cuando a alguno se le revela el origen traumático de sus pesares, responde para restar importancia a tal descubrimiento: «Eso ya lo sabía yo. No me dices nada nuevo». El temor a enfrentar el dolor emocional le hace refugiarse en su intelecto. 

Entra el esposo en el vestidor y grita a su mujer: 
-¡Mira qué bonito, mujer malvada! ¡Yo buscando mi cinturón y tú tan contenta ahorcándote con él! 

El mayor egoísmo: no ponernos en el lugar del otro. Como su dolor nos molesta -porque nos revela el nuestro-, consideramos que nos ofende. En una pareja, la carencia de un sano nivel de consciencia de uno es nefasta para el otro. 

Cuando los padres cometen faltas, imitamos sus defectos, para así tenerlos dentro de nosotros. En el momento en que la madre alcohólica muere, la hija, que es abstemia, puede que comience a beber. 

Una hermosa joven se dirige hacia el conductor de un autobús y le dice acercándole una alcancía: 
-Señor, ¿quiere colaborar con la Cruz Roja? 
-¿Otra vez? Pero si ya he atropellado a dos... 

Muchos seres humanos creen que colaboran cuando unen sus fuerzas en la fabricación de objetos destructivos. Trabajar juntos en la construcción de una bomba no es colaborar. Sólo se puede hablar de «colaboración» cuando la obra resultante ayude a elevar el nivel de Consciencia. 

Un tipo que tiene fama de ser muy vanidoso se encuentra con su vecino y le dice: 
-¡Ayer capturé una víbora de 50 metros! 
-No seas mentiroso, no hay víboras de 50 metros de largo... -No, si yo digo de ancho. 

Las personas con mala fe logran fácilmente tener la razón: mintiendo. Luego se convencen, aplicando sobre sí mismas la mala fe, de que dicen la verdad. Si se las critica, se sienten víctimas de una injusticia y convencen al otro de que es culpable. 

El juez ordena molesto: 
-¡Silencio en la sala! Les advierto que al próximo que vuelva a gritar «¡Abajo el juez!» ordeno que lo expulsen. 
-¡Abajo el juez! 
-La advertencia no es para el acusado, necio. 

Lo que es castigo para unos es premio para otros. Muchas veces, lo que llamamos «fracaso» hace que abandonemos una actividad que no nos corresponde por otra más acorde con nuestra verdad. 


∼✻∼
Consejos de Alejandro Jodorowsky, en Cabaret Místico” 

2 comentarios: